SAN HÉCTOR VALDIVIESO, del griego, "el mantenedor", "el defensor" (1910-1934). Mártir. Nativo de Buenos Aires, Argentina, a los tres años su familia viaja a Briviesca, España, y ahí, siendo aún niño, se relaciona con los Hermanos de La Salle. Ingresa al postulantado en Bujeda, donde aumenta su deseo de ser misionero. Como parte de esa preparación, estudia en Lembecq, Bélgica. Cuando concluye su noviciado y pronuncia sus votos, se le envía a España donde continúa sus estudios, a la vez que se desempeña como docente en Astorga. Esta labor la desempeña durante cuatro años, en los que aflora su carisma lasallista, logrando el cariño y el respeto de la comunidad educativa. Al mismo tiempo trabaja en grupos como la Acción Católica y la Cruzada Eucarística; asimismo, escribe para el periódico la Luz de Astorga, siempre inmerso en la tensión originada, en ese tiempo, por la difícil relación entre la Iglesia y el Estado. Su divisa era: "...Nadie podrá separarme de El (Jesús)". En 1933 continúa su labor en Turón, con el mismo celo apostólico y pedagógico que le caracteriza. Debido a ello, un año después, junto con otros siete hermanos lasallistas, es arrestado durante la asamblea eucarística. De su prisión salen cuatro días después para sin mediar juicio ser fusilados. El hermano Valdivieso murió exclamando: "Viva Cristo Rey"; él y sus compañeros son conocidos como los "Mártires de la Revolución de Asturias" o "Mártires de Turón". Juan Pablo II lo canonizó en 1999. Es el primer santo argentino.
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