sábado, agosto 18, 2007

reflexion de las lecturas del domingo día 19 de Agosto, XX domingo durante el año

DOMINGO X X DURANTE EL AÑO

 

Me has dado a luz, a mí,

un hombre controvertido por todo el país

 

Lectura del libro de Jeremías

38, 3-6. 8-10

 

El profeta Jeremías decía al pueblo: «Así habla el Señor: "Esta ciudad será entregada al ejército del rey de Babilonia, y éste la tomará" ».

Los jefes dijeron al rey: «Que este hombre sea condenado a muerte, porque con semejantes discursos desmoraliza a los hombres de guerra que aún quedan en esta ciudad, ya todo el pueblo. No, este hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia».

El rey Sedecías respondió: «Ahí lo tienen en sus manos, porque el rey ya no puede nada contra ustedes».

Entonces ellos tomaron a Jeremías y lo arrojaron al aljibe de Malquías, hijo del rey, que estaba en el patio de la guardia, descolgándolo con cuerdas. En el aljibe no había agua sino sólo barro, y Jeremías se hundió en el barro.

Ebed Mélec salió de la casa del rey y le dijo: «Rey, mi señor, esos hombres han obrado mal tratando así a Jeremías; lo han arrojado al aljibe, y allí abajo morirá de hambre, porque ya no hay pan en la ciudad».

El rey dio esta orden a Ebed Mélec, el hombre de Cusa: «Toma de aquí a tres hombres y saca del aljibe a Jeremías, el profeta, antes de que muera».

 

Palabra de Dios .

 

 

SALMO RESPONSORIAL                                                               39, 2-4. 18

 

R.     ¡Señor, ven pronto a socorrerme!

 

Esperé confiadamente en el Señor:

Él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor.  R.

 

Me sacó de la fosa infernal,

del barro cenagoso;

afianzó mis pies sobre la roca

y afirmó mis pasos.  R.

 

Puso en mi boca un canto nuevo,

un himno a nuestro Dios.

Muchos, al ver esto, temerán

y confiarán en el Señor.  R.

 

Yo soy pobre y miserable,

pero el Señor piensa en mí;

Tú eres mi ayuda y mi libertador,

¡no tardes, Dios mío !  R.

 

 

 

Corramos resueltamente

al combate que se nos presenta

 

Lectura de la carta a los Hebreos

12, 1-4

 

Hermanos:

Ya que estamos rodeados de una verdadera nube de testigos, despojémonos de todo lo que nos estorba, en especial del pecado, que siempre nos asedia, y corramos resueltamente al combate que se nos presenta.

Fijemos la mirada en el iniciador y consumador de nuestra fe, en Jesús, el cual, en lugar del gozo que se le ofrecía, soportó la cruz sin tener en cuenta la infamia, y ahora "está sentado a la derecha" del trono de Dios.

Piensen en Aquél que sufrió semejante hostilidad por parte de los pecadores, y así no se dejarán abatir por el desaliento. Después de todo, en la lucha contra el pecado, ustedes no han resistido todavía hasta derramar su sangre.

 

Palabra de Dios.

 

 

 

 

EVANGELIO

 

No he venido a traer la paz, sino la división

 

a    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

12, 49-53

 

Jesús dijo a sus discípulos:

Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!  

¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división. De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.

 

Palabra del Señor.

 

 

 

Reflexión

 

 

¿A QUÉ HA VENIDO JESÚS DE NAZARET?

1.- ¡Muera ese Jeremías, porque está desmoralizando a los soldados! Esta es una vieja historia en la que el que anuncia lo peor es acusado de ser el autor de ello. Se trata de matar al mensajero para evitar la responsabilidad. En el caso de Jeremías la palabra que tiene que anunciar le molesta y le complica la vida. La vida y la misión del profeta no es fácil. A Jeremías le meten en prisión y a punto estuvo de perder la vida. Pero él fue honrado al avisar del peligro inminente de la llegada de los babilonios. Intentan acallar su voz, pero el desastre va a venir precisamente porque no le escucharon. Nosotros debemos ser consecuentes. Aunque no esté de moda ser cristiano, aunque nos critiquen o se metan con nosotros, tenemos que anunciar la verdad y denunciar el peligro que acecha a nuestro mundo cuando los criterios dominantes son los del materialismo o los de la violencia. Cristo Jesús soportó la cruz, despreciando la ignominia, nos dice la Carta a los Hebreos. Ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Por eso nos invita a no perder el ánimo en nuestra lucha contra el pecado. El salmo 39 nos invita a volvernos más bien hacia Dios, en la desgracia. Nos consuelan las palabras del salmista: "Dios se inclinó sobre mí para escuchar mi clamor... El asentó mis pies". Distinta esta actitud de confianza de la de los falsos agoreros que anuncian toda clase de desgracias sin proponer solución. Ya advirtió Juan XXIII que desconfiáramos de los profetas de desgracias que se creen enviado por Dios para oscurecer nuestro universo.

2.- "He venido a prender fuego al mundo". El fuego era un elemento importante en la vida de Israel: para cocer los alimentos, para calentarse, para alumbrarse. También se servían de él para destruir lo que era contagioso y malo, como los ídolos. En el Templo se debía siempre mantener el fuego del altar de los holocaustos para los sacrificios. El fuego es frecuentemente relacionado con la aparición de Dios (a Moisés en una brasa ardiente, en la columna de fuego en el desierto, cuando Ezequiel es escogido como profeta, el día de Pentecostés en forma de lenguas de fuego...). El fuego es calor y luz, signo del Espíritu. El fuego está también ligado a la purificación de Dios y al juicio final. Es sin duda este aspecto del fuego del que Jesús habla cuando dice haber venido para traer fuego sobre la tierra. El fuego de su amor purificará el mundo el día de la Pasión, de ahí el deseo de Cristo: "¡Cuánto desearía que ya estuviera encendido!".

3.- "No he venido a traer la paz". Jesús quiere decir que no ha venido a traer la falsa paz. La paz verdadera no es la de la tranquilidad (cuando tranquilidad viene de tranca y de miedo), ni la paz de la falta de compromiso, ni la falsa paz basada en la injusticia. La verdad, la libertad y la justicia son difíciles de establecer en la tierra. El pacifismo cristiano no es aprobación del desorden o de la división. Para que "estalle" la paz es necesario provocar cierta violencia interior para no quedarnos tranquilos con nuestro cristianismo acomodado y aburguesado. Cristo viene a despertar nuestra conciencia, a provocarnos en cierto modo. La respuesta a esta provocación puede generar falta de comprensión en la familia. ¿Qué decir cuando un hijo opta por irse al Tercer Mundo o abraza la vocación sacerdotal o religiosa? En muchos casos se produce la división en la propia familia, "el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la jija contra la madre". Jesucristo no ha venido al mundo para dejar las cosas como están, para tranquilizar nuestras conciencias, para que nos olvidemos de las sangrantes injusticias de nuestro mundo. La paz que El anuncia se basa en la justicia y en la lucha por la transformación de las estructuras injustas. No es simplemente ausencia de guerra, es trabajo constante para derribar lo que impide la consecución de un mundo más humano.

 

José Maria Martín, OSA

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EL EVANGELIO: FUEGO QUE ABRASA

1.- Optar por el reino de Dios no es una cosa cualquiera. Nos hemos habituado, de tal manera, a vestir el manto de la religiosidad que, sin darnos cuenta, ¿no habremos perdido un poco el espíritu y el encanto de persuasión evangelizadora?

Porque, creer en Jesús, es mucho más que decir "soy católico" y, a continuación, vivir como si no lo fuera. Y, desgraciadamente, surgen dudas, miles de excusas.

Pero, el fuego del cual nos habla Jesús, la división de la cual habla el Señor, es aquella que viene como consecuencia de un compromiso firme y real por el evangelio.

Para ello, y es bueno recordarlo una vez más, es necesario un encuentro personal con Jesús. A veces ¿no os parece que decimos estar inmersos en la iglesia, ser cristianos pero…nos falta una experiencia profunda de fe?

2.- .El fuego, la división de la cual nos habla Jesús, viene cuando nos posicionamos en el lado de la fe. Cuando el anuncio de la Buena Noticia significa para nosotros mucho más que la repetición de unos ritos. Por poner un ejemplo. Actualmente, en la coyuntura de la vida social y política de España, comprobamos como "el tema religioso" levanta ampollas. Como hay un intento de aparcarlo a un lado porque según dicen "la fe pertenece al ámbito de lo privado". Mientras que, otros, mantenemos que la fe se demuestra y se vive en el camino de la vida. Sin imposiciones pero con un objetivo: teñir todo el conglomerado con esa gran escuela de valores humanos y divinos que están dispersos a lo largo de todo el evangelio.

Lógico, pues, que esto no deje indiferente a nadie; a unos, porque no les gusta y les parece "poco moderno" y a otros, porque nos parece injusto el trato que recibe la iglesia o cualquier aspecto relativo a la religión.

Por ello mismo, la dulzura de la fe (simbolizada por ejemplo en el Corazón de Jesús) dista mucho de la proclamación y de la reflexión del evangelio de este día. Pero, es que el fuego del cual nos habla Jesús, es el mismo que ardió en el corazón de Cristo: el fuego del Espíritu.

3.-.La fe, cuando se vive radicalmente, crea estos contrastes: adhesión e indiferencia; aplausos y reproches; caminos abiertos y dificultades; reconocimiento y martirios. Sí, amigos, es la realidad. Una fe, llevada a feliz término, no significa vivir la fe felizmente. Entre otras cosas porque estaríamos traicionando el espíritu evangélico. Por eso, cuando a la iglesia se le ataca de que divide, de que no se deja domesticar, de que no está a la altura de los tiempos…habría que responder con el evangelio en mano: "no he venido a traer paz sino división, y ojala estuviera el mundo ardiendo". Ardiendo, por supuesto, por el fuego de la justicia, de la paz, del amor de Dios, de la fraternidad, del perdón, del bienestar general y no particular, etc., etc.

¿Qué nos asusta el conflicto y la división? Puede que sí. Pero el reinado de Dios no se impone sin oposición. El reino de Dios tiene mucho que ver y mucho que denunciar dentro de las estructuras del mundo; de la injusticia; de la pobreza; de la paz o de la guerra; del hambre o del confort; de la vida o de las muertes;

3.- Y, por ello mismo, porque hay muchos intereses creados, siempre padeceremos las divisiones, las presiones para que "esa opción por el reino de Dios" sea mucho más suave y más descafeinada.

Es bueno recordar la división que, Jesús, creó en los primeros cristianos. Hasta el mismo San Francisco de Asís tuvo que luchar en contra de su propio padre.

Nuestra situación es muy distinta. Yo diría que escandalosamente distinta. Quisiéramos una religión sin conflictos; una predicación sin contrarréplica; una evangelización sin escollos; un sacerdocio sin cruz; una iglesia sin martirologio.

Pidamos al Señor, en este domingo, que no seamos tan prudentes ni tan cobardes a la hora de presentar su mensaje.

4.- ¿Quieres saber si has predicado bien el evangelio? Preguntaba un gran santo a su discípulo. Si la gente sale de la iglesia alabándote o indiferente, es que el Señor no ha hablado.

Cristo Jesús , oh fuego que abrasa, no dejes que mis tinieblas tengan voz.

Cristo Jesús , disipa mis sombras, y que en mí sólo hable tu amor.

 

Javier Leoz

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DE LA PARADOJA A LA GUERRA

1. - Hay en la enseñanza de Jesús una continua tendencia a la paradoja. En un momento dice que es manso, pacífico y humilde y que su yugo --su cruz-- es suave y ligero. Pero ahora --consignada en la lectura de este domingo vigésimo del tiempo Ordinario-- afirma que no ha venido al mundo al traer la paz, sino la división. El uso de la paradoja --patrimonio también de la espiritualidad de Oriente-- ayuda reflexionar más, a no quedarse en la superficie. Una parte muy importante del Reino de Jesús está en el pensamiento, en la capacidad de discernimiento del hombre. No es posible quedarse, respecto a Cristo, en la superficie o en la aceptación no reflexiva de lo que los demás dicen del Él.

2. -Y luego está la "guerra" anunciada por Cristo en la que, incluso, parece que si siquiera la familia se va a encontrar desprovista de división. En las palabras de Cristo que leemos hoy había --sin duda-- referencias a lo que ya iba a ocurrir en su tiempo. La Redención no iba a ser, en la Palestina de entonces, pacífica. Los planteamientos liberalizadores y santificadores de Jesús van a tropezar fuertemente con el fariseísmo generalizado, que había convertido la relación con Dios en un asunto casi estrictamente jurídico. Las posiciones muy estructuradas del "establishment" judío tenían que impedir cualquier cambio. Pero Jesús tampoco podía transigir con esa locura humana que había convertido al Dios Padre --al Abba de sus oraciones-- en una especie de enrevesado código penal. El dominio del mal --y del Maligno-- iba a impedir la redención pacifica entonces y aplazar su consecución al final de los tiempos.

3. - La lucha continúa. Es fácil aproximar o mezclar las motivaciones políticas en el quehacer religioso. Los intentos de "absorción" e instrumentación de la religión son permanentes. La Iglesia Católica también ha caído en ese problema. Aunque está dotada de una fuerte personalidad de independencia frente al poder temporal y su camino de purificación sea constante a través de la historia. Muchos somos testigos, de mayor o menor importancia, de lo que ha sido el Concilio Vaticano II y como esa acción comunitaria de toda la Iglesia abre unos caminos de purificación evidente. La sociedad civil --o política-- no ha reaccionado de la misma manera y también hemos conocido el intento de instrumentación --de derecha a izquierda-- contemporáneo que va desde el llamado nacionalcatolicismo hasta la infiltración del marxismo leninismo --en algunos casos con dependencia orgánica de Estados comunistas-- en la llamada Teología de la Liberación. Es obvio que la cercanía a cualquiera de esas dos posiciones iba a traer guerra. ¡Y tanto que la trajo!

4. - Sobrecoge la alusión de Cristo a la "guerra familiar". Pero existe. Los fenómenos de división que hemos encontrado en la sociedad también van a aparecer en el seno de la familia. La familia --pieza fundamental de la convivencia humana-- también impone a veces reglas que están en contradicción con la doctrina de Jesús. Todavía en muchas partes de la Tierra, el conglomerado familiar se utiliza como sistema, casi imbatible, de opresión política y económica. Y oponerse a esos dictados de los clanes puede traer más problemas que las acciones realizadas en el contexto más amplio de toda una sociedad.

5. - Tampoco hay que descartar la guerra interna. Nuestra alma puede ser un escenario cercano a un campo de batalla, cuando Cristo quiere llevarnos a su camino. En toda conversión hay una lucha fuerte interna que, a veces, parece inaguantable. Cristo libera interiormente. La búsqueda constante de la verdad nos hace más objetivos. La auténtica sintonía con Jesús no es --para nada-- una alienación. Bien al contrario. Porque desaparece el uso de la mentira --respecto a nosotros mismos y a los demás-- y porque se añade un principio de objetividad a la hora de examinar nuestras conductas. Los intentos autojustificatorios y culpabilizantes de los otros, desaparecen. Pero hasta que se llega a eso hay que luchas y, por supuesto, hay división interna.

6. -Y tras la lucha llega la paz, tal como después de la tempestad arriba la calma. El Señor Jesús nos va a ayudar siempre a encontrar la paz y la calma. Sin embargo, lo que no podemos pretender es encontrar calma y paz sobre bases equivocadas y fraudulentas. El Reino de Dios está basado en la libertad, la paz, la justicia, el amor... Es más que obvio que muchos se oponen a la libertad; no aman la paz, porque la guerra les es más rentable; crean su propia justicia para seguir oprimiendo y el amor es solo -para esos muchos- otro tipo de instrumentación y abuso respecto a lo que deberían ser tratados como hermanos. Con tal antagonismo la paz parece imposible. Pero esta paz llegará un día de manera total y vendrá de la mano de Jesús.

 

Ángel Gómez Escorial

www.betania.es

 

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