miércoles, mayo 20, 2009

ASCENCIÓN DEL SEÑOR

ASCENCIÓN DEL SEÑOR
«Jesús les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.
Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán".
Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban» Mc 16,15-20
 
 
NUEVA ETAPA MISMO COMPROMISO

El texto que acabamos de leer corresponde al epílogo del evangelio de Marcos. El Señor les recomienda a sus discípulos anunciar la Buena Noticia de la Salvación, no solo de palabra sino también con el evangelio de sus vidas.
En la vida humana se producen necesarios cortes -¡vivimos despidiéndonos!- y separaciones, muchas veces dolorosas, que ayudan al hombre a madurar y a terminar con dependencias, especialmente afectivas; todo en vista al crecimiento armonioso y pleno de su personalidad.
Con la Ascensión del Señor ocurre algo semejante. Los discípulos habían compartido sus historias contrastantes, con la historia subyugante del Maestro de Nazaret, del Jesús histórico. La resurrección venía a establecer una discontinuidad. Permanecía, es verdad, el mismo compromiso, pero vivido ahora en una nueva etapa de crecimiento en la fe, que implicaba desprenderse de ciertas ataduras sentimentales del pasado.
El regreso de Jesús al seno del Padre: "Salí del Padre y vuelvo al Padre", conducirá a los apóstoles y también a nosotros hoy en día, a entrar en contacto con el Cristo de la Pascua, gracias la comunión con su palabra, con sus sacramentos y a través de los hombres, a quienes somos enviados; todo esto activado y sellado por la presencia del Espíritu.
La fe del cristiano no puede limitarse a evocar un pasado histórico entreverado de nostalgias y sentimientos. A todos nos llegará la hora de pasar como diría San Pablo: de la leche, alimento de lactantes, al alimento sólido de los adultos. Nos encontramos por tanto, ante ¡un final que es un inicio!
 
Fuente: Monasterio Los Toldos.
 

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