lunes, octubre 16, 2006

Guión para la misa del domingo 29º durante el año - 22 de Octubre del 2006

Celebrando la Vida
en el
Nuevo Milenio
Guiones para la celebración de la Cena del Señor
Ciclo "B"
Miguel Ángel Osimani
EDICIONES BETANIA
 
 
 
DOMINGO 29º
DURANTE EL AÑO
 
 
PREPARACIÓN: 
Antes de la salida del celebrante
 
Celebramos hoy el domingo vigésimo noveno durante el año, y nos reunimos, como todos los domingos, alrededor de la mesa del Señor, donde Él pacientemente nos instruye sobre la verdadera grandeza en el Reino de Dios, dándonos su ejemplo, ya que él es el verdadero Siervo de Yahvéh, que cargando con nuestros pecados, con su muerte nos alcanzó la salvación.
 
AMBIENTACIÓN: 
Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial
 
El Señor nos muestra claramente que la verdadera grandeza es el amor, y la mayor muestra de amor es dar la vida por la persona amada, como lo hizo Él: entregó su vida por nosotros para que así tengamos la verdadera vida. Y es así que, en el servicio a los demás, podemos ver quién tiene mayor amor: ama quien sirve más. Que nuestra actitud no sea la de sus discípulos, que sin entender el misterio de la cruz, ambicionaban los primeros puestos en el reino temporal.
1ª. LECTURA:  (Is 53, 10-11)         (Ver texto)
 
Ya en el Antiguo Testamento, siete siglos antes de Cristo, Isaías nos muestra al Mesías, que entregándose por todos, nos da el testimonio y el ejemplo del amor.
 
SALMO RESP.:     (32, 4-5. 18-20. 22)    (Ver texto)
                    R.   Señor, que descienda tu amor sobre nosotros.
              
2ª. LECTURA:    (He 4, 14-16)    (Ver texto)
 
San Pablo nos exhorta a que acudamos, con total confianza, a Cristo, ya que al tomar nuestra condición para salvarnos, Él nos comprende y nos socorre.
EVANGELIO:   (Mc 10, 35-45)     (Ver texto)
 
La palabra de Jesús es bien clara: nos exhorta a hacernos verdaderos servidores de todos, siguiendo su ejemplo.
 
ORACIÓN DE LOS FIELES:
 
CELEBRANTE:
 
Hermanos, sabemos que nuestro Padre del Cielo siempre nos escucha, por eso, por su Hijo, elevémosle nuestra oración, pidiendo a su Santo Espíritu que nos ayude a presentarle nuestras necesidades.
 
"TE LO PEDIMOS, SEÑOR"
GUÍA:  A cada una de las peticiones responderemos orando:
v Señor y Dios nuestro, te pedimos por la Iglesia y el Santo Padre Benedicto XVI, para que su testimonio de siervo de los siervos de Dios, nos mueva a todos los católicos a servir de verdad a nuestros hermanos, oremos...
 
v Padre todopoderoso, te pedimos por nuestros Obispos y todos los ministros que has puesto para guiarnos, para que con la asistencia de tu Espíritu, sean el modelo del amor que nos pide tu Hijo, oremos...
 
v Dios de bondad, te pedimos por todos los que habitamos esta patria, para que busquemos desinteresadamente el bien común, y así ella se convierta en una nación cada vez más solidaria, más justa y más fraterna, oremos...
 
v Padre de las misericordias, te pedimos por todos los que sufren, por los más pobres, los abandonados, los injustamente marginados, para que descubran tu providencia en nuestro amor y servicio fraternos, oremos...
 
v Dios de todo consuelo, te pedimos por nuestra comunidad diocesana, para que nuestras vidas sean un auténtico testimonio de servicio a los hermanos, en especial a aquellos a quienes todos dejan de lado, oremos...
 
CELEBRANTE:
 
Padre santo, escucha esta oración que te dirigimos y concédenos la sabiduría y la fortaleza de saber entregarnos, a ejemplo de tu Hijo, al servicio de nuestros hermanos, sobre todo de los más pobres y necesitados. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
 
Unida a nuestra ofrenda del pan y del vino, el Señor espera la que proviene de nuestro corazón: la entrega sincera a su servicio y el de nuestros hermanos.
DIÁLOGO DEL PREFACIO:
Al iniciarse el Prefacio (antes de "El Señor esté con vosotros")
Con alegría iniciamos la gran plegaria de acción de gracias al Padre; gracias por su Hijo, gracias por la redención y gracias por infundir en nosotros el deseo del servicio.
COMUNIÓN:
Jesús nos da un permanente ejemplo de amor, con su entrega por nosotros; y más aún en su acto de transformarse, hasta la consumación de los siglos, en el sacramento de nuestra fortaleza, en el Pan de vida eterna.
DESPEDIDA:
Al concluir esta celebración eucarística dominical, asumamos el compromiso de esforzarnos en hacer carne en nuestras vidas, la palabra del Señor, haciéndonos servidores de todos, tratando de imitar su ejemplo de amor.


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