sábado, octubre 21, 2006

reflexion del 22 de Octubre del 2006 domingo XXIX durante el año

EVANGELIO
 
El Hijo del hombre vino para dar su vida
en rescate por una multitud
 
a     Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Marcos
10, 35-45
 
Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: «Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir».
Él les respondió: «¿Qué quieren que haga por ustedes?»
Ellos le dijeron: «Concédenos sentamos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria».
Jesús les dijo: «No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que Yo beberé y recibir el bautismo que Yo recibiré?»
«Podemos», le respondieron.
Entonces Jesús agregó: «Ustedes beberán el cáliz que Yo beberé y recibirán el mismo bautismo que Yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados».
Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que aquéllos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y , el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos.
Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud».
 
Palabra del Señor.
 
 
 
Reflexión
 
 
EL FRACASO DE JESÚS
1.- Qué nadie se ofenda pero pienso que Jesús de Nazaret tuvo poca suerte e, incluso, fue, como muchos de nosotros, un poco fracasado. Jesús y sus apóstoles subían a Jerusalén, donde se iba a confirmar su imponente fracaso ante los importantes de su nación. Y entonces se le acercan los Zebedeos, que, en principio, parecían de los más listos del grupo, para pedirle que los nombrara vicepresidente y primer ministro de su futuro gobierno. No se habían enterado, para nada, de cual era la misión de Jesús. Y mucho menos de cómo iba a realizarse. Luego más tarde, y tras pasado el tiempo terrible de la Pasión y Muerte del Salvador, cuando, ya resucitado, se dispone a subir al Padre, hay quien le pregunta si es entonces cuando va a liberar a Israel de la ocupación romana. Y ese que preguntaba, había tenido a su lado, a un ser extraordinario, cuarenta días y había querido enseñarles, desde la gloria de su cuerpo resucitado, su auténtica misión, la que le había encargado el Padre y por la que, en acto de obediencia suprema, había muerto en medio de un enorme tormento.
2.- Podríamos decir, entonces, que Jesús fracasó con los apóstoles y fracasó con su propio pueblo, que tras admirarle y querer hacerle rey porque los daba pan gratis, luego lo ultrajaron y lo mataron como al peor de los criminales. Nadie parece que le entendió. Y si leemos con atención los Evangelios pues sabemos que repitió muchas veces su auténtico mensaje a los discípulos, y a todos aquellos que le quisieron oír. Les pidió varias veces –como en esta ocasión—que fueran servidores y que no buscaran ser servidos. Les avisó que Él no tenía donde reposar la cabeza. No tenía el menor sentido de aplicar la fuerza –cosa que los políticos saben hacer muy bien--, aconsejándoles que pusieran la otra mejilla, ante la primera bofetada y que dieran el manto a quien les pidiera la capa. Les lavó los pies y les pidió, en definitiva, amor entre ellos. Pero nada, todo el mundo seguía pensando en términos políticos, en posición de poder y más poder. Incluso, también los de Emaús cuando refieren lo ocurrido en Jerusalén esos días de la Pasión, hablan del no reconocimiento de las autoridades hacia Jesús y para nada de su misión, ni de su doctrina. Reconocen su fuerza como profeta, pero ni siquiera su amor por todos.
3.- Es verdad que todo cambió con la llegada del Espíritu Santo y que, incluso, Jesús se tuvo que aparecer a Pablo de Tarso y así buscar un refuerzo al grupo de los doce. Entonces, Jesús ¿fracasó verdaderamente? No. En realidad, fracasaron sus coetáneos que no supieron ver quien era Jesús de Nazaret y la felicidad que les traía de parte de Dios Padre. Es verdad que era difícil entenderle. Decía lo contrario de lo que la cerrada sociedad judía de tiempos de Jesús había enseñado a sus hijos. Si hubiera traído mensajes de conquista, o de convencimiento dialéctico y político, pues tal vez a Jesús de Nazaret le hubieran ido mejor las cosas, pero…hablaba como solo Dios puede hablar, respetando la libertad de todos y no practicando engaños para convencer; buscando un reino de amor en el que todos iban a ser iguales, mostrando la felicidad de las profecías pacíficas de Isaías. Cierto, también, que los libros del profeta hablaban de la profecía del Siervo de Yahvé, apenas conocida por los contemporáneos de Jesús –que hemos escuchado en las lecturas de hoy--, y que es una descripción muy ajustada de lo que fue la Pasión de Nuestro Señor.
De todas formas, y si somos sinceros, debemos disculpar a los discípulos, y a los apóstoles, porque si a nosotros, hoy, alguien nos viniera contando las mismas cosas que decía Jesús, no le haríamos caso, ningún caso. Porque preferimos nuestro dinero, nuestra casa calentita, nuestro refrigerador bien lleno de comida, aunque sepamos que fuera la gente se muere de hambre. No somos capaces, ni siquiera de recibir bien a los emigrantes y los que trabajan lo hacen porque cobran menos, mucho menos. Pienso incluso que, partiendo del conocimiento de la doctrina de Jesús –algunos casi se sabrán los evangelios de memoria—si alguien expusiera en nuestras calles una doctrina idéntica a la que enseñaba –intentaba enseñar—Jesús de Nazaret entre sus paisanos, le enviaríamos directamente a la cárcel o al manicomio.
4.- Hay en las lecturas de hoy una concreción litúrgica de la misión de Jesús que me parece fundamental y maravillosa. Me refiero al fragmento que hemos escuchado de la Carta a los Hebreos El autor de esa epístola nos muestra a Jesús como conocedor de la condición humana, de sus sufrimientos, de sus limitaciones y es mediador ante Dios. Y es que no solo murió por nosotros, sino que nos ayuda en los pasos de la vida. Jesús nos entiende porque es como nosotros, salvo en el pecado. Y comprende nuestras infidelidades, egoísmos y la permanente dureza de nuestro corazón. También, claro está, saber ver la generosidad de muchos hermanos y el camino de seguimiento que ellos realizan de la forma de entender el mundo que tiene Jesús de Nazaret y que nos lleva enseñando desde hace 20 siglos. Ahí está, por ejemplo, Teresa de Calcuta, servidora de los pobres que nadie quería. O de Teresa del Niño Jesús, que es patrona de las misiones y eso que nunca salió de su convento y de tantos otros que son ejemplo de lo que es el reino.
5.- No olvidemos hoy que es el Domingo Mundial de la Propagación de la Fe y que hay muchos hermanos que lo abandonan todo para servir a los más pobres. Porque, realmente, hoy el servicio principal de los misioneros en enseñar con el ejemplo de la pobreza. Primero intentan paliar en lo posible la pobreza e indigencia de los que sirven. Y después les hablan de que hubo uno como ellos, tal vez un poco fracasado como ellos, que habló de amor, de ayuda, de paz y de verdad. Tengamos en cuenta a los misioneros y misioneras que se parecen más a Jesús que nosotros. Eso parece claro. El cartel de este año del Domund no se parece a casi ninguno de los anteriores. Y es que la presencia de San Francisco Javier, patrón de las misiones, le da, sin duda, una gran solemnidad y no poca emoción. Se cumplen los quinientos años del nacimiento del gran misionero jesuita. Sabemos que las misiones tienen un gran intercesor en cielo. Qué San Francisco Javier haga muy grande esta jornada de hoy dedicada a las misiones y a los misioneros…
No está mal, pues, que sepamos escuchar a Jesús y que le entendamos. Tenemos completa su historia y su misión en los Evangelios. No podemos hacernos los sordos o los desmemoriados. Sabemos lo que Él quiere. No le dejemos fracasar, por favor, ahora, otra vez.
 
Ángel Gómez Escorial
www.betania.es
 
¿POR QUÉ SERÁ QUE JESÚS NUNCA PIENSA COMO NOSOTROS?
1. - La autoridad de una persona se mide por los metros cuadrados de su despacho. A más autoridad, mas despacho; mas salas y antesalas.
Este concepto de autoridad, que todos llevamos muy adentro, no sé si hará reír al Señor o llorar. Nos verá a todos nosotros jugando a gigantes y cabezudos. El que no se atreva a subir en altos zancos, al menos engordará su cabezota para ser notado, para no pasar desapercibido, para mostrarse a sí mismo y a los demás que es algo.
Un sillón así lleno de gloria y autoridad es lo que Juan y Santiago vienen a reclamarle al Señor: los mejores puestos para tener más poder, para poder escalar, para poder favorecer a los familiares y amigos. No ha cambiado mucho, desde entonces la humanidad.
2. - ¿Por qué será que Jesús nunca piensa como nosotros? El que quiera ser grande sea vuestro servidor. El que quiera ser el primero sea vuestro esclavo. ¿Puede pedirse al hombre de hoy mayor indignidad y bajeza? Servir cuando ya no se sirve a la Patria, ni se sirve al Rey, ni hay chicas de servir.
Solo ya uno que sigue sirviendo, que no se siente abajado de su grandeza, que ha bajado miríadas de kilómetros desde lo alto del cielo, que ha llegado a la mayor muestra de servicio, dando la vida por los amigos. Y ese es el Hijo del Hombre. Ese es Jesús.
Y Jesús nos dice que en su Reino toda autoridad está en servir y que no hay autoridad sin servicio a los demás. No es un servicio de relumbrón. Ni servicio de fotografía, como aquella vieja instantánea de la revista “Blanco y Negro” de los años 20, en la que una señora muy emperifollada, mirando al fotógrafo, echa un cazo de sopa en el plato de una huerfanita, que mira con horror como la sopa cae fuera del plato.
3. - Servir no es sólo trabajar. Se puede trabajar amargado y con el corazón lleno de odio. Eso no es el servir cristiano. Servir es mirar a la persona y se hace algo por alguien a quien se considera hermano.
Servir es estar con los ojos abiertos para ver en qué puedo echar una mano, en que puedo ayudar, cómo puedo dar alegría. Al que tengo cerca.
Servir es atender a los demás en nuestra profesión con delicadeza y cariño. Es saber sonreír detrás de despacho, tras una ventanilla o en un mostrador.
Servir es estar dispuesto a hacer el tonto precisamente porque se está siempre dispuesto a ayudar a hacer un favor.
Pero yo os diría que la novena bienaventuranza sería: bienaventurado cuando sientas que haces el tonto atendiendo a todos los que acuden a ti, porque eso es señal de que sirves a los demás y de que estás en la verdadera dinámica del Reino.
4.- Hoy pide la Iglesia ayuda para esos miles de misioneros y misioneras que ha hecho de su vida un servicio a los demás. Hombres y mujeres que olvidados de si mismos han dejado patria y familia, cultura y lengua, su acostumbrada, de comer, de dormir, todo para llevar a sus hermanos el conocimiento de un Dios hermano que dio por ellos su cuerpo, su sangre su vida en acto de servicio. Seamos como un vagón de tren casando y envejecido de tanto viaje, y que abandonado en vía muerta es feliz de dar cobijo, contra el frío y la lluvia, a una familia, desplazada y refugiada que huye del hambre y de la guerra. Y decir para terminar que a mí como jesuita me emociona la elección de San Francisco Javier como eje y centro de la campaña del Domund de este año. Se cumplen los 500 años del nacimiento de ese grande y singular misionero que es, además, patrón de las misiones. Ayudemos a nuestros hermanos y seamos, al menos, como ese vagón que cobija a los más pobres.
 
José María Maruri, SJ
www.betania.es.
 
EL GUSANO SILENCIOSO
1.- “Dijo entonces Jesús: Los jefes de los pueblos los tiranizan y los grandes los oprimen. Vosotros nada de eso. El que quiera ser grande sea vuestro servidor”. San Marcos, Cáp. 10. Muchos le atribuyen el problema a Constantino, aquel emperador romano convertido a nuestra fe en el siglo IV. Por motivos políticos les dio carta de ciudadanía a los cristianos, entregándoles además abundantes privilegios y riquezas. La Iglesia adquirió entonces poder político y económico, cosas no muy acordes con la enseñanza de Jesús, que la llevaron a absurdas situaciones.
Cuenta san Marcos que al Señor no le hizo mucha gracia la petición de los hijos del Zebedeo: “Maestro, queremos que en tu futuro reino nos concedas sentarnos, uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. El texto de san Mateo advierte que fue la madre de Santiago y Juan quien hizo tal demanda. Esta familia seguía entendiendo a Cristo como un Mesías temporal, que iba a instaurar un Israel próspero y libre.
El Señor no rebate de entrada el pedido de aquellos discípulos. Les pregunta, eso sí, sobre su capacidad de abnegación y entrega: “¿Podéis beber el cáliz que yo beberé?”. Los dos apóstoles, sin entender quizás el compromiso, responden afirmativamente. Pero el Maestro termina luego: Esas futuras recompensas de quienes le siguen se medirán de otra manera. “El sentarse a mi derecha y a mi izquierda está ya reservado”. San Mateo añade: “Ese premio ya está señalado por mi Padre”. La intriga de los dos zebedeos molestó, con sobrada razón, a sus colegas: “Al oír aquello, los otros diez apóstoles se indignaron”. Hubiera sido interesante saber los términos y el tono de aquella protesta.
2.- El Señor, conociendo la ambición y el deseo de dominio que a todos nos contagian, reunió aparte a los apóstoles y les dijo: “Los jefes de los pueblos los tiranizan y los grandes los oprimen. Vosotros nada de eso. El que quiera ser grande sea vuestro servidor”. Aquí Jesús distingue, con mucha sabiduría, entre autoridad y poder. Ella es algo esencial en toda sociedad humana. El otro es una contaminación no evangélica. La primera procura el bien común. El segundo trata de proveer el bien particular. Por lo tanto, a la luz del evangelio, toda autoridad ha de entenderse como un servicio. Es la capacidad de dar la mano a los demás, para promoverlos.
Sin embargo, en la vida real, autoridad y poder se unen y entremezclan de tal modo, que a veces no logramos separarlos. Un instinto maléfico pervierte, no pocas veces, a cuantos presiden en la sociedad y también en la Iglesia. Olvidan que la auténtica manera de subir en la escala social, lo ha enseñado Jesús, consiste en hacernos servidores de todos, manteniendo además un bajo perfil que a nadie moleste.
3.- Recordamos entonces aquella fábula del gusano, que por orifico diminuto logró penetrar una roja manzana, y allí dentro instaló su reino. Nadie sabía por qué se marchitaban los colores de la fruta. Por qué no tenía aroma. Por qué empezaba a podrirse. El gusano continuó en silencio su propósito, únicamente en beneficio personal y burlándose de quienes pretendieran lo contrario. Cuantos están constituidos en autoridad, han de cuidar su corazón. Allí, quizás sin hacer ruido, se instala de pronto el egoísmo, como un insomne roedor.
 
Gustavo Vélez, mxy
www.betania.es

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