sábado, abril 29, 2006

30-04 - III DOMINGO DE PASCUA - Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 35-48

Aleluya cf. Lc 24, 32
Señor Jesús, explícanos las Escrituras; haz que arda nuestro corazón mientras nos hablas.
EVANGELIO
Así estaba escrito: el Mesías padecerá
y resucitará de entre los muertos al tercer día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 35-48
En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice:
- «Paz a vosotros.»
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo:
- «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
-«¿Tenéis ahí algo que comer?»
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo:
- «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.»
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió:
-«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.»
Palabra de Dios.
REFLEXION
No te detengas, que vas en sentido contrario
Pbro. Paulo Alejandro González Enríquez, www,semanario.com.mx
Cuántas de las veces hemos escuchado que caminar en el sentido de la comunidad en la cual nos encontramos es una respuesta de solidaridad y sentido común, para el bien de todos los que la integran, así como en una gran ciudad se debe respetar el sentido de circulación de los vehículos, para propiciar la agilidad y el buen desplazamiento de las masas; pero esto, siempre y cuando el sentido y dirección sea el correcto, porque si no, con todo y pena, y aun a pesar de lo que puedan decir los demás, hemos de circular en sentido contrario.
Una Teresa de Calcuta, que en medio del trajín por ignorar al más necesitado, se detuvo en una irrefrenable ciudad de la India y no pudo más ignorar a quienes todo necesitaban; unos mártires mexicanos, que en su variedad de nombres, en medio de una persecución religiosa, descubrieron que el rumbo que indicaban las flechas del momento, no llevaban al destino final y no importando la vida misma, cambiaron de rumbo y con su sangre marcaron la dirección de los arrepentidos con destino hacia la eternidad.
Éstos, y muchos más, son algunos de los ejemplos que nos llevan a descubrir que la virtud no está en el caminar y mucho menos en el no tener problemas con quienes nos rodean; la virtud reside en el arrepentimiento y la conversión, actitudes que nos exigen, muchas de las veces, descubrir que inútilmente hemos caminado siguiendo los señalamientos de una sociedad que no se encamina hacia Dios.
El arrepentimiento y la conversión, con la finalidad de que sean auténticos, nos deben llevar a ver la vida misma bajo la luz del Resucitado.
Pasado

El pasado no debe ser en nuestras vidas una losa inamovible, que nos impida caminar; debe ser esa mirada confiada y analítica, a la luz de lo que hoy escuchamos en el Evangelio de San Lucas, cuando nos recuerda que Jesús se presenta en medio de sus discípulos para disipar sus temores, porque han bloqueado su mirada en el pasado, desconociendo que el Resucitado representa la derrota del miedo. La dirección de un auténtico creyente se ha de centrar en dirigir la mirada y el paso presuroso hacia el amor, donde no hay lugar para el temor.
Cristo Resucitado nos libera del miedo al pasado. El pasado ha sido liquidado definitivamente sobre la Cruz.

Futuro

Pero ni el futuro nos debe infundir miedo, ya que éste se afronta gracias al don de la paz que procede de Cristo y a la certeza de su presencia. Con esta intención, en sus apariciones, después de la Resurrección, Jesucristo insiste delante de sus Apóstoles, en que miren sus manos y sus pies, subrayando la continuidad entre el Jesús del Calvario y el Cristo de la Pascua, porque el Resucitado lleva las llagas del Crucificado. La Resurrección no es anular la Pasión, como la luz a la oscuridad; no es un renacer, es resucitar para completar el anuncio Pascual; es abrir las puertas a la vida, al futuro, a la meta hacia donde se debe encaminar nuestro destino.

Presente

Jesús, al mostrar las señales de la Cruz quiere demostrar que el amor que le ha llevado a dar la vida por nosotros, es una realidad que jamás disminuye, está siempre presente.
Siendo coherentes, ningún obstáculo, ninguna dificultad, nada nos debe intimidar en nuestro itinerario de arrepentimiento y conversión, desde el momento en que tenemos la posibilidad de tomarnos de las manos que llevan las señales de la Cruz y que han vencido a la misma muerte; nuestro futuro no depende de los astros y del orden de unas cartas, sino de las señales de la Pasión, iluminadas por la Resurrección.
«Creer, significa aprender a leer los acontecimientos de la propia vida como expresión del paso de Dios.
Se cede el paso a Dios. Se hace de la propia vida este paso. Se pasa la propia existencia a buscar el camino. Y después, un buen día, se encuentra uno cara a cara con un pasajero que no es como los demás.
Creer, significa aceptar abrir los ojos, aquel día, y susurrar, ¿por qué no?, buenos días… Mi Dios» (P. Talec).

"La Paz De Cristo en el Reino de Cristo"

Acción Católica Mexicana Diócesis de Querétaro
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correo: acm_qromx@hotmail.com

Jose Luis Aboytes

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