lunes, enero 01, 2007

Reflexión de la lectura del 31 de Diciembre

EVANGELIO

Jesús entre los doctores de la Ley es hallado por sus padres

a Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

2, 41-52

Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre, y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de Él.

Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas.

Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: «Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados».

Jesús les respondió: «¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que Yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?» Ellos no entendieron lo que les decía.

Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón.

Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres.

Palabra del Señor.

Reflexión

UN CUADRO NO PARA PINTAR Y SI PARA IMITAR

1.- En medio de la Navidad, y desde la lógica que nosotros tenemos, no nos resulta difícil entroncar esta fiesta: la Sagrada Familia.

--¡Algo bueno tiene la familia cuando, Dios, quiso formar parte de una!

--¡Algo, esencial e insustituible debe de tener la familia cuando, Dios, quiere nacer y crecer en medio de ella!

Mirar a José y María, en este domingo, es saber que una familia de Dios está llamada a cumplir la voluntad de Dios.

A mí, esta festividad de la Sagrada Familia, me sugiere una cosa: en ella se aprende a querer o a no querer al Señor; en ella, la familia, se aprende a apreciar a Jesús o a ignorarle; en ella, la familia, se aprenden los valores que el Evangelio nos sugiere o, por el contrario, se puede llegar a no conocerlos.

Amigos: ¡la familia! Es nuestra asignatura pendiente. Y, sobre todo, porque estamos en un momento tremendamente delicado. Hasta el Papa Benedicto, este pasado viernes, lo pensaba en alto: "nos preocupa el futuro de la familia por cuanto se le compara con otras situaciones que en nada tienen que ver con la esencia de la misma".

2.- Belén es algo vivo, un ideal de lo que pueden ser las familias de hoy. No es una estampa que se ha quedado petrificada en los siglos del ayer. No es puzzle para ser encajado a modo de entretenimiento, ni tampoco algo para ser objeto de burla por una campaña orquestada e ideológica para sacarlo del contexto escolar o institucional. Ningunear a la Sagrada Familia, por si alguno no es consciente, es ir en contra de la estructura que sostiene los valores occidentales.

La Sagrada Familia es todo un ejemplo para los que queramos recuperar o mantener la sencillez, la verdad, la bondad de Dios, la alegría de corazón, la fidelidad entre los esposos, el amor auténtico entre un hombre y una mujer.

Belén, entre otras cosas, es un grito contracorriente a lo que, hoy, estamos padeciendo y viviendo en algunos lugares de nuestra tierra. ¿Son necesarios –de repente y tan deprisa- tantos cambios que alteran y desequilibran lo que es equilibrio en la sociedad?

3.- Hoy, en la Sagrada Familia, contemplamos los más altos ideales que muchos de nuestros padres siguieron a rajatabla: creer en Dios es vivir en el amor.

Jesús, José y María nos animan a seguir en el camino que hemos emprendido como familias cristianas. El amor de Dios, tan apartado y arrinconado en muchas familias que se dicen cristianas, ha de ser el pulmón que dé oxígeno y vida a un hogar. ¿Cuántos de los que estamos aquí hemos bendecido la mesa en estos días? ¿Y por qué sólo en Navidad y no todos los días? ¿Cuántos de los que estamos aquí intentamos cumplir la voluntad del Señor antes que dar capricho y ceder ante la presión y disposición de una sociedad hedonista y esquiva con las cosas de Dios? ¿Cuántos, de los que hoy estamos aquí, vivimos con cierta radicalidad –como la Sagrada Familia- nuestro encuentro con Dios; nuestra experiencia de Dios; nuestra apertura a Dios?

No podemos quedarnos en una continua lamentación. Pero, más que mirar hacia fuera, vamos a intentar hacer más saludables nuestros propios hogares con la fuerza de la oración; con la alegría de la fe; con el firme convencimiento y seguridad de que Dios nos apoya y nos acompaña en la misión de padres, en la educación de los hijos o en el cuidado de nuestros mayores.

Mirar a Belén es ver el amor que triunfa; el amor que todo lo invade; el amor que todo lo puede; el amor que, incluso asume, el hecho de que Jesús siga su propio camino para cumplir la voluntad de Dios, antes que dar satisfacción a sus propios padres.

4.- Fiesta de la Sagrada Familia. No cuesta demasiado centrarnos y ver que, hoy más que nunca, es un gran ideal que tenemos que presentar y seguir proponiendo ante otras opciones –respetables por supuesto- pero distintas a la familia cristiana.

Si María conservaba todo esto en su corazón, que nosotros aún en medio de tormentas y dificultades, aprendamos una gran lección: algo tiene el agua cuando la bendicen y algo tiene la familia, cuando tantos la quieren confundir o infravalorar.

Javier Leoz

www.betania.es

JESÚS EN FAMILIA

1. En este domingo de la Sagrada Familia la Iglesia quiere ante todo que volvamos los ojos al hogar de Nazaret para contemplar en él la humanidad de Cristo y contemplar el verdadero alcance de la encarnación del Hijo de Dios, en todo semejante a nosotros menos en el pecado.

Cristo quiso nacer de María Virgen para que en su humanidad nueva, el hombre pudiera superar la condición pecadora del viejo Adán. Cristo es así el nacido de lo alto, no de la carne ni de la sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios, como nos dice san Juan en el prólogo a su evangelio. Nació de lo alto para recrear en su humanidad nueva nuestra humanidad pecadora.

2. - Jesucristo es para nosotros la revelación de todo lo que Dios es. Es en Jesús el Cristo que nosotros los cristianos conocemos de verdad lo que para nosotros es Dios. Pero Jesús revela a Dios justamente formando parte de una familia, en el seno de una familia, precisamente en su forma de vivir la familia. Si Dios es amor es en el lugar en el que primordialmente recibimos amor, la familia, en donde se nos revela lo que de verdad es Dios.

Jesús demuestra en sus más de treinta años de vida ordinaria de trabajo manual, que las tareas más extraordinarias del mundo: Honrar a Dios, liberando a los oprimidos, se realizan viviendo a fondo la más normal vida familiar. Hizo lo ordinario de forma extraordinaria.

3.- Es en la familia en donde recibimos la primera revelación, y la más importante de toda la vida, de lo que es Dios. Si Dios es amor incondicional, es en la familia en donde por primera vez somos amados no por nuestros méritos, sino porque sí. No porque seamos bonitos, o inteligentes, o buenos o simpáticos, sino porque somos hijos.

Y Dios es así. Y así es Dios. Dios no nos quiere porque nosotros seamos buenos, sino porque Él es bueno. En nuestra familia nos quieren como somos, igualmente Dios. Quien no ha tenido madre y no ha sido amado incondicionalmente, nunca sabrá o entenderá lo que es Dios por muchas explicaciones que le demos. Porque el amor no se aprende por razones, sino siendo amado y amando.

Nosotros no amamos a nuestros padres porque ellos no tengan ningún defecto, nosotros no hemos escogido de qué padres nacer, los queremos porque son nuestros padres, y punto, o no los queremos.

Una familia es una familia sagrada cuando en ella se ama a pesar de todo, como Dios. Familia sagrada es aquella en la que existe la revelación de la gratuidad del amor. Sólo el amor incondicional es revelación del amor de Dios.

4.- ¿Qué significa para nosotros la Sagrada Familia? ¿Una cosa rara? ¿Hemos hecho de la familia de Jesús una familia extraterrestre que no se parece en nada a la nuestra?, ¿Se parece en nada a las familias que sí existen a nuestro alrededor?

Nadie se casa porque la novia o el novio no tengan defectos. Si hubiera que esperar o encontrar una novia o novio sin defectos para casarse, nadie se casaría. Tampoco uno se divorcia porque la esposa o el esposo tengan defectos; si sólo duraran los matrimonios en los que el cónyuge no tuviera defectos, no habría un solo matrimonio permanente. Sólo el amor hace posible la superación de los problemas matrimoniales. Sólo el amor hace posible que un matrimonio cumpla 25 ó 50 años de existencia.

José, María y Jesús son el prototipo de familia y matrimonio que vive y perdura por amor y sólo por amor. Ellos son el ideal para nosotros.

5. - Jesús va al templo a tener su "barMitsvá" hebreo; tiene doce años y debe pasar a ser un adulto en su fe, según la mentalidad judía. El relato del evangelio tiene muchos más detalles teológicos que históricos. Según Lucas Jesús es hijo de Dios y, al mismo tiempo y sin contradicción para el evangelista, es hijo de María y de José. El mismo evangelista que dice que fue engendrado por obra y gracia del Espíritu Santo es el que dice:" Tu padre y yo te buscábamos".

Jesús no admite a nadie entre la voluntad de Dios y él. La primera frase que los evangelios ponen en boca de Jesús es para afirmar que Jesús sólo se siente en dependencia absoluta de la voluntad de Dios. La carta a los hebreos resume precisamente así lo que fue la finalidad de la vida de Jesucristo: "He aquí que vengo a cumplir tu voluntad".

El evangelio dice que en el templo Jesús estaba oyendo a los doctores y haciéndoles preguntas; todo eso forma parte de la ceremonia del "barMitsvá" de un joven hebreo a los doce años. La importancia en el relato no la tiene ninguno de esos detalles, sino las primeras palabras de Jesús en todo el Evangelio.

El relato termina de una forma equívoca. La frase final de Lucas admite el sentido de que ellos no habían entendido lo que Jesús les había avisado. Supone la posibilidad de que Jesús hubiera avisado que se iba a quedar en el templo y que sus padres no lo hubieran entendido.

Jesús estuvo, según este trozo hasta los años de su actividad pública, en Nazaret. Por eso a sus coterráneos les extrañará la sabiduría que va a mostrar. Si hubiera salido a estudiar fuera de Israel a nadie le hubiera extrañado la sabiduría que mostraba.

Antonio Díaz Tortajada

www.betania.es

LO QUE APRENDIÓ JESÚS DE SU FAMILIA

1. - "No hay nación que tenga a sus dioses tan cercanos como Israel", dice la Escritura, y esto se cumple hasta lo inconcebible en Jesús, Nuestro Dios y Señor, nacido de una madre, María, y educado de una familia llena de cariño. ¿Hay algo más semejantes a nosotros? ¿Más cercano?

Los problemas que hoy salpican con sus olas a nuestras familias no perdonaron tampoco a la familia de Jesús.

+ Su patria era un país dominado por un ejército extranjero siempre dispuesto a la dura represión cuando la creía necesaria.

+ El gobierno del propio país estaba en las manos de Herodes, hombre injusto que no buscaba más que mantenerse en el poder.

+ El terrorismo estaba representado por los llamados Zelotes, que asesinaban a las sombras de las estrechas calles de Jerusalén a los que, arbitrariamente, habían sentenciado a muerte.

+ La religión estaba en poder de unas familias sacerdotales ambiciosas, que habían vaciado de sentido la religión y el culto a Dios, mercantilizándolo y reduciendo todo a meras formas externas.

2. - José no fue ni un pequeño empresario, ni siquiera un obrero especializado como nos lo han representado los pintores clásicos. Era más bien, quizá, un "manitas", pero sin trabajo fijo y que, por lo tanto, no pocas veces estaría en el paro y sin subsidio. Podría ser uno de esos que Jesús describía en la plaza pública esperando que alguien los contratara. El Evangelio de hoy, nos describe a la Sagrada Familia como una familia de emigrantes, que al fin tienen que regresar a la propia patria, y por fin, empezar de nuevo. Hasta en el seno de la familia hubo incomprensiones. José y María no entendían a Jesús en su proceder, y nos consta de la regañina que María, su madre, le echó en el templo:

--¿Por qué te has portado así con tu padre y conmigo?

Impresiona pensar que Jesús, la Sabiduría Divina, aprendiera de María y de José:

De María, tal vez aquello de la alegría de la vecina que encuentra la dramática pérdida y viene a contarlo a las amigas; o lo de que no se debe poner un remiendo de paño a nuevo a un paño viejo porque los destroza; o aquello, de que la luz hay que ponerla en alto para que ilumine la habitación.

De José, campesino avezado a mirar al cielo y a la naturaleza, aquello de las nubes que traen el agua; o lo de los brotes que anuncian la primavera; o lo de los lirios adornados por el Padre Dios; o aquello de los pajarillos a los que nunca le falta de comer; o quizá, lo de la maldad del alacrán que hay que mantener lejos del niño indefenso. Jesús como cada uno de nosotros, aprendió de sus padres

3. -. ¿Qué mantuvo unida a una familia en medio de unos problemas tan semejantes a los nuestros?

+ Una fe ciega en un Padre Dios, que nunca les regaló cesta de Navidad ni juguetes de Reyes Magos, pero les mostró su camino y les dio fuerza y alegría para hacerlo.

+ Un gran amor y un gran respeto mutuo, que es por parte de los hijos reconocimiento agradecido a ese día de padre y madre que se afana por ellos, y es por parte de los padres el tratar de hacer que los hijos aprendan a volar antes de tiempo y se rompe una pata un ala, que sepa tomar la propia responsabilidad sin echar la culpa a los padres que no tienen ninguna.

José Maria Maruri SJ

www.betania.es

No hay comentarios.: