viernes, febrero 02, 2007

meditación de la lectura del domingo V durante el año

DOMINGO V - Durante el Año ciclo C

«En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret.
Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: "Navega mar adentro, y echen las redes". Simón le respondió: "Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes". Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador". El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres". Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron» Lc 5, 1-11
 
"NO TENGAS MIEDO"

El temor es un mal consejero en la vida espiritual. Nos quita libertad y naturalidad en nuestra relación con Dios.
Lamentablemente existen muchas religiones hijas del rigor, que hacen de sus seguidores, esclavos temerosos y desconfiados.
En el cristianismo en ciertas épocas y sectores, se ha insistido machacona y unilateralmente, en el temor al castigo. Se han olvidado los educadores en su escala de valores, que la palabra evangelio significa: BUENA NOTICIA, y que este es el mensaje fundamental que deben transmitir con la homilía de su vida.
En los años en que se editaron por vez primera en la Argentina los cuatro evangelios con el título: "La Buena Noticia", le pedí a un sacerdote religioso amigo que me consiguiera el libro. Días después, cuando regresó, fui a preguntarle si se había acordado de traerme la "buena noticia", pero él perplejo me respondió: "no tengo ninguna buena noticia para darte". Sin darse cuenta¡ había perdido la dimensión del evangelio como buena noticia de Dios!
Ante la grandeza de la santidad de Dios nos sentimos inducidos automáticamente a alejarnos del Señor que nos pregunta: " ¿Dónde estás?" (Gn 3,9). Es cierto que él no pacta con el pecado, pero es verdad también, que se acerca para rehabilitarnos. Por eso, reconocernos pecadores es una gracia que no tiene precio, y es el comienzo del regreso hacia él por la senda de una vida nueva.
Nos parece mentira que Jesús nos necesite y que pueda servirse de nosotros para obrar milagros en su nombre. Sin embargo, él nos reitera su confianza, en la medida en que lo dejemos todo y lo sigamos.
El temor se ha convertido en amor, la distancia en cercanía.
 
Fuente: Monasterio Los Toldos

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