sábado, febrero 17, 2007

reflexión del evangelio VII durante el año

EVANGELIO

 

Sean misericordiosos,

como el Padre de ustedes es misericordioso

 

a     Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

6, 27-38

 

Jesús dijo a sus discípulos:

Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.

Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.

Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque El es bueno con los desagradecidos y los malos.

Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes.

 

Palabra del Señor.

 

 

 

 

Reflexión

 

 

 

LO QUE LOS VIOLENTOS NO QUIERE OÍR

1.- Las lecturas bíblicas de este domingo corren el riesgo de no contentar a nadie. Ni a los llamados "progresistas", ni a los denominados "conservadores" dentro de las filas cristianas. A los primeros porque proclaman actitudes y comportamientos pacíficos y pacificadores, muy lejos de toda violencia; a los segundos, porque se les veta el juicio sobre los prójimos, se les reclama la tremenda audacia de amar a los enemigos, se les exige capacidad de perdón para los pecadores, se les obliga a la generosidad de dar generosa, colmada, merecidamente, ya que la "medida que uséis la usaran con vosotros".

2. El texto del primer Libro de Samuel resultara desconcertante para cuantos en nuestros días propician una denominada "teología de la violencia". David ––cuenta el libro citado–– tiene en sus manos al injusto rey Saúl; y sin embargo, frente a su consejero y amigo, David perdona la vida a su mayor enemigo y trata de remodelar su existencia de éste por el camino de la comunión del arrepentimiento: "No se puede atentar impunemente contra el Ungido del Señor".

En el texto del evangelio de Lucas, Jesús proclama un modo de comportamiento que los violentos no quieren oír y que incluso molesta a quienes, apasionados de la justicia como es debido, desprecian y apelan a los modos violentos de instaurarla. A quienes nos pegan en una mejilla, acércales la otra y regálales la capa; a quienes piden sin razón ni motivo, dad de lo que os pertenece y no les reclames lo que nos han robado... Y, sobre todo, "amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada". ¿Mayores exigencias? ¿Qué otro "programa" humano puede presentarse como de mayor exigencia? ¿Y se dirá que el cristianismo es para los débiles? ¿No habrá que decir, más bien, que es para los audaces?

3. El relato del Libro de Samuel y la predicación de Jesús ––dicha en el método pedagógico de los libros sapienciales–, método hecho de antagonismo que no hay por qué tomar al pie de la letra––, marcan toda una postura ante la vida; el creyente en el evangelio de Jesús tiene que extremar hasta límites insospechados las actitudes de pacificación, de perdón, de entrega y servicio, de donación, de dialogo, de olvido de las injurias, etc...

Se trata de un talento interior que toma su inspiración en el comportamiento de Dios para con el hombre y que el mismo Jesús sintetiza en esta frase: "Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo". Allá los teólogos que discuten si es posible la conciliación del Evangelio y la violencia. Algo hay seguro: Que antes de llegar al último y definitivo recurso de la violencia, el creyente ha de exagerar todo lo que pueda entrar en la vida social como factor de reconciliación.

4. Esta enseñanza es algo que resulta incomprensible para no pocos de los hombres de hoy y mas incomprensible aún cuanto más extremas son sus posturas de integrismo y de progresismo. El texto del apóstol Pablo a los cristianos de Corinto viene a decirnos algo muy importante a este respecto. El hombre carnal jamás podrá compartir esta enseñanza de la Palabra de Dios; solo el que trata de imbuirse del Espíritu podrá aceptar las exigencias de la condición cristiana. Estamos en pleno terreno de adhesión por la fe al mensaje de Jesús. Sus contenidos nos desbordan por todos los lados, pero cuando se asumen e interiorizan con autenticidad, entonces y solo entonces resulta posible llevar este comportamiento de vida porque "el Espíritu da vida".

 

Antonio Díaz Tortajada

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"TRATAD A LOS DEMÁS COMO QUEREIS QUE ELLOS OS TRATEN"

1.- Amor y perdón, dos palabras claves que se repiten en las lecturas de este domingo. Fáciles de pronunciar, pero difíciles de practicar. Amar a los que nos aman puede ser interesado. El mérito está en amar a aquél que no nos lo puede devolver, e incluso a aquél que nos odia. Eso hizo David cuando perdonó la vida a su perseguidor, el rey Saúl. Es lo que hizo Jesús en la Cruz cuando perdonó a los que le maltrataban: "Padre, perdónales porque no saben lo que hacen".

2.- ¿Por qué perdonar a nuestros enemigos? Porque Dios es el primero que nos perdona a nosotros, porque como proclamamos en el salmo "el Señor es compasivo y misericordioso". El no nos trata como merecen nuestros pecados y derrama raudales de misericordia con nosotros. A mi mente viene aquella anécdota en la que un niño, intrigado por las palabras de su catequista que le decía que Dios con su providencia infinita está siempre despierto velando por nosotros, le preguntó a Dios si no se aburría teniendo que estar todo el tiempo despierto. Dios le contestó al niño con estas palabras: "no me aburro, me paso el día perdonando". Contrasta la "ternura" de Dios con esa imagen de Dios "eternamente enojado", que me parece muy poco acorde con el Evangelio.

3.-La cadena de la violencia sólo se rompe amando. Es la mirada de amor la que puede transformar el corazón de piedra del agresor. No cabe duda de que la violencia engendra violencia y esta rueda sólo se puede parar con la fuerza del amor. Hay un lado "provocador" en las palabras de Jesús en el Sermón del Monte: poned la otra mejilla, bendecid a los que nos maldicen, amad al enemigo, no juzguéis y no seréis juzgados.

El amor puede hacer que el enemigo deje de ser enemigo y se convierta en un hermano, que reconozca su mal y trate de repararlo, que cambie de forma de pensar y de actuar.

4.- Al rezar hoy el Padrenuestro no seamos hipócritas. Seamos sinceros al decir "perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden". Seamos comprensivos y compasivos como lo es Dios con nosotros. Si nos es difícil vivirlo pidamos, al menos, que nos ayude.... a perdonar como El nos perdona.

 

José María Martín OSA.

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Y, SOBRE TODO, ¡EL OTRO!

1.- A punto de iniciar la Santa Cuaresma, en este domingo 7º del Tiempo Ordinario, San Lucas, nos sorprende con una serie de actitudes que, los seguidores de Jesús, hemos de cultivar y no obviar. Esos modos los podemos resumir con una frase: por encima de todo, ¡el bien del otro!

Es el mundo al revés. Es lo contrario a lo que estamos habituados a escuchar en muchos de los círculos donde nos encontramos.

En definitiva, "sobre todo el otro" es la locura y el centro de la predicación de Jesús. ¿Lo es también en nosotros?

Pensar en "el enemigo" no es buscar esa categoría en las luchas fraticidas o en las películas entre buenos y de malos. El enemigo, sin darnos cuenta, se localiza muy cerca de nosotros:

-Las personas a las que, por pensar de diferente forma a la nuestra, las alejamos de la órbita de nuestras amistades

-Las personas que, por pequeñas o grandes decepciones, las hemos dejado marginadas

-Las personas que, por mil excusas o por ninguna, las hemos olvidado o, incluso, humillado.

Todo cristiano tiene dos caminos: uno el que conduce hasta que Jesús y, otro, el que conduce exclusivamente a uno mismo.

-El cristiano que elige el camino hacia Jesús, cae en la cuenta de que –ese camino- tiene una derivación obligatoria: los hermanos que nos rodean.

-El cristiano que, por sistema o con mil excusas, opta por el camino de "uno mismo" corre el riesgo de poner en el centro sus propios intereses. Corremos el peligro de buscarnos a nosotros mismos. De gritar a los cuatro vientos aquello de ¡sálvese quién pueda!

2.- Ante la próxima cuaresma, el evangelio de este día, es casi un anuncio de lo que conllevar el vivir codo a codo o el trabajar mano a mano con el Señor: el bien del otro. Por encima de todo y sobre todo, el bien del otro.

¡Tiempo vamos a tener en la Santa Cuaresma para ajustar y hacer más auténtica nuestra vida de fe!

¡Tiempo vamos a tener en la Santa Cuaresma para intentar, por encima de todo, acompañar a un Jesús que nos invita a la conversión, a la sinceridad y…a tratarnos los unos a los otros con un poco más de cordialidad y de amor!

¡Tiempo vamos a tener, en la Santa Cuaresma, para saber que los juicios los hemos de dejar en las manos de Dios y, en cambio, la comprensión ha de surgir espontáneamente de nuestro corazón!

¡Tiempo vamos a tener, en la Santa Cuaresma, para mirarnos en el gran espejo de Jesús y comprobar si la imagen que refleja, se proyecta en nuestra vida a través del desear el bien a los demás; la paciencia; el buen trato; el amor sin distinción o el perdón por aquellas pequeñas cosas que nos hacen o que forjamos en las luchas de cada día!

3.- Nuestra vida cristiana no puede ser un carnaval. Es decir; un traje bajo el cual nos ocultamos para aparentar lo que no somos o un disfraz que utilizamos de vez en cuando para ser irreconocibles. Entre otras cosas, nuestra vida cristiana, no puede ser un carnaval porque, Dios, siempre sabe quién se esconde detrás.

La gran fiesta que podemos preparar, a partir del próximo miércoles de ceniza, es la gran Pascua del Señor. Pasará el carnaval, enmudecerá la música, caerá el disfraz al rincón más olvidado y aparecerá aquello a lo que ninguno de nosotros podemos renunciar: nuestro auténtico rostro.

Ojala que, ese semblante, lo sepamos alegrar y divinizar con tantas cosas buenas que San Lucas nos ha sugerido en el evangelio de este día. Porque, el perfil de las personas (incluidos los nuestros) no necesitan caretas o máscaras para transmitir una alegría que tal vez no existe. Las fisonomías de las personas que creen en Jesús irradian auténtica alegría y desbordan de entusiasmo cuando…saben que el ¡todo por el otro! es lo máximo a lo que un hombre o mujer de fe puede aspirar. ¡Abajo las máscaras y arriba el rostro de nuestra fe!

 

Javier Leoz

www.betania.es

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