sábado, julio 28, 2007

Reflexión de DOMINGO XVII DURANTE EL AÑO

DOMINGO X VII DURANTE EL AÑO

 

Que mi Señor no me tome a mal si continúo insistiendo

 

Lectura del libro del Génesis

18, 20-21. 23-32

 

El Señor dijo: «El clamor contra Sodoma y Gomorra es tan grande, y su pecado tan grave, que debo bajar a ver si sus acciones son realmente como el clamor que ha llegado hasta mí. Si no es así, lo sabré».

Entonces Abraham se le acercó y le dijo: «¿Así que vas a exterminar al justo junto con el culpable? Tal vez haya en la ciudad cincuenta justos. ¿Y Tú vas a arrasar ese lugar, en vez de perdonarlo por amor a los cincuenta justos que hay en él? ¡Lejos de ti hacer semejante cosa! ¡Matar al justo juntamente con el culpable, haciendo que los dos corran la misma suerte! ¡Lejos de ti! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no va a hacer justicia?»

El Señor respondió: «Si encuentro cincuenta justos en la ciudad de Sodoma, perdonaré a todo ese lugar en atención a ellos».

Entonces Abraham dijo: «Yo, que no soy más que polvo y ceniza, tengo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Quizá falten cinco para que los justos lleguen a cincuenta. Por esos cinco ¿vas a destruir toda la ciudad?» «No la destruiré si encuentro allí cuarenta y cinco», respondió el Señor.

Pero Abraham volvió a insistir: «Quizá no sean más de cuarenta».

Y el Señor respondió: «No lo haré por amor a esos cuarenta».

«Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no lo tome a mal si continúo insistiendo. Quizá sean solamente treinta».

Y el Señor respondió: «No lo haré si encuentro allí a esos treinta».

Abraham insistió: «Una vez más, me tomo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Tal vez no sean más que veinte».

«No la destruiré en atención a esos veinte», declaró el Señor.

«Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no se enoje si hablo por última vez. Quizá sean solamente diez».

«En atención a esos diez, respondió, no la destruiré».

 

Palabra de Dios.

 

 

SALMO RESPONSORIAL                                                    137, 1-3. 6-7a. 7c-8

 

R.     ¡Me escuchaste, Señor, cuando te invoqué!

 

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,

porque has oído las palabras de mi boca,

te cantaré en presencia de los ángeles.

Me postraré ante tu santo Templo.   R.

 

Daré gracias a tu Nombre por tu amor y tu fidelidad,

porque tu promesa ha superado tu renombre.

Me respondiste cada vez que te invoqué

y aumentaste la fuerza de mi alma.   R.

 

El Señor está en las alturas,

pero se fija en el humilde

y reconoce al orgulloso desde lejos.

Si camino entre peligros, me conservas la vida.   R.

 

¡Tu derecha me salva.

El Señor lo hará todo por mí.

Tu amor es eterno, Señor,

¡no abandones la obra de tus manos!   R.

 

 

Nos hizo revivir con Él,

perdonando todas nuestras faltas

 

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Colosas

2, 12-14

 

Hermanos:

En el bautismo, ustedes fueron sepultados con Cristo, y con Él resucitaron, por la fe en el poder de Dios que lo resucitó de entre los muertos.

Ustedes estaban muertos a causa de sus pecados y de la incircuncisión de su carne, pero Cristo los hizo revivir con Él, perdonando todas nuestras faltas. Él canceló el acta de condenación que nos era contraria, con todas sus cláusulas, y la hizo desaparecer clavándola en la cruz.

 

Palabra de Dios.

 

 

 

EVANGELIO

 

Pidan y se les dará

 

a    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

11, 1-13

 

Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos».

Él les dijo entonces: «Cuando oren, digan :

 

Padre, santificado sea tu Nombre,

que venga tu Reino,

danos cada día nuestro pan cotidiano;

perdona nuestros pecados,

porque también nosotros perdonamos

a aquéllos que nos ofenden;

y no nos dejes caer en la tentación».

 

Jesús agregó: «Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: "Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle", y desde adentro él le responde: "No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos". Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario.

 

También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una serpiente cuando le pide un pescado? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?

Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquéllos que se lo pidan!»

 

Palabra del Señor.

 

 

 

Reflexión

 

 

 

ORAR CON EL PADRENUESTRO ES VIVIR EL EVANGELIO

1.- Jesús oraba. Es muy significativo que uno de los discípulos de Jesús le formulara un día esta petición:"Señor, enséñanos a orar". Hay un hecho muy sencillo que merece ser resaltado: Jesús oraba. Estamos acostumbrados a ver a Jesús como el "Hijo amado" (Mc 1,11) y por tanto como alguien que vivió constantemente en una comunión natural y espontánea con Dios. Ello hace más significativo, si cabe, el hecho de que durante su existencia terrena Jesús no dejara de emplear el tiempo necesario para detenerse y adentrarse de forma concreta en la intimidad divina, en un "a solas con Dios".

2.- ¿Qué desea conocer el discípulo sobre la oración? Los apóstoles eran judíos y, por ello, la oración era un elemento consustancial a sus vidas. Conocían oraciones para todo tipo de ocasiones: oraciones para la mañana, la noche, para bendecir las comidas....Lo que aquí piden es sin embargo algo distinto; lo que desean es conocer la oración de Jesús, ser adentrados en su relación de carácter único con Dios. Quieren una oración que recapitule en cierto modo el mensaje específico de Jesús y se adapte a su condición de discípulos. Jesús responde a su ruego enseñándoles el Padrenuestro, la oración del Señor, "la oración dominical". Ahora comprendemos por qué al comienzo del siglo III Tertuliano contemplaba esta oración como un compendio del Evangelio. Dos hechos nos llaman la atención en el Padrenuestro: su gran sencillez y el que en ella estén presentes todas las formas de oración. Por un lado, la gran sencillez del Padrenuestro permite que sea recitada de forma comprensiva tanto por un niño como por un anciano. Por otro lado, vemos que está fuertemente enraizada en los textos del Antiguo Testamento, con un lenguaje nuevo, al reunir en unas pocas palabras los diferentes tipos de oración: alabanza, petición, ofrecimiento y petición de perdón. Sólo si somos capaces de adentrarnos en el misterio del Padrenuestro podemos percibir bajo las apariencias ordinarias, bajo las expresiones contextuales de origen judío y bíblico, algo único, como si de una inmersión en la vida íntima de Dios se tratara.

3.- Dios es "Abbá", Padre. ¿Qué ha querido decir Jesús al llamar a Dios en su oración Abbá? Este término traduce una intimidad única. No ofrece ninguna duda que los fieles judíos creían en un Dios que amaba y cuidaba a su pueblo, y que en ningún caso era un Dios lejano. La relación entre Jesús y Dios aparece sin embargo en una intimidad mucho mayor y profunda que nos permite hablar incluso de una comunión total, de unidad de vida entre ambos. La utilización del término Abbá es un signo de confianza, de amor filial. Traducido a nuestro lenguaje es como llamar a Dios "papaíto". Como un niño se vuelve a su padre o a su madre al tropezar con la más pequeña dificultad, el que dice a Dios Abbá está viendo en él a alguien siempre presente y dispuesto a acompañarle y ayudarle a avanzar, en particular en los momentos más difíciles. Esta confianza es una inimaginable fuente de libertad. Pero a continuación de "Padre" añadimos: "nuestro". La nueva relación con Dios implica como consecuencia una nueva relación con los hombres. El Dios de Jesucristo no consiente relación individualista alguna. De ahora en adelante no estamos solos, sino que formamos parte de una comunidad. La expresión "Padre nuestro" resume los dos grandes mandamientos, que no pueden entenderse el uno sin el otro: el amor a Dios y el amor al prójimo. Cuando decimos "que estás en el cielo" no estamos expresando en modo ninguno que Dios esté lejos de nosotros, sino queremos indicar que, aunque le llamemos Padre, Dios no deja de ser el Otro. Dios no es un padre a la manera de los hombres. Nuestra imagen de Dios se construye a partir de nuestras experiencias humanas. Dios es, podemos decir, padre y madre a la vez porque nos ama con el amor protector del padre y el amor tierno de una madre. El amor de Dios supera ampliamente toda relación humana. ¿Nos sentimos amados de verdad por el amor de Dios Padre-Madre? Sólo quien se siente amado es capaz de amar a su prójimo.

4.- Compendio de todas las oraciones. En el Padrenuestro alabamos el Santo nombre de Dios, que un judío apenas podía pronunciar. Pero la confianza en Dios que nos ha transmitido Jesucristo nos hace hablar con él con toda confianza y a su vez con todo respeto a su santo nombre. En el Padrenuestro le pedimos a Dios muchas cosas: "venga a nosotros tu Reino", "danos hoy nuestro pan de cada día", "no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal". Nuestra oración debe ser perseverante: "Pedid y se os dará". Pedir con confianza sí, pero colaborando también a que se haga realidad lo que pedimos. No podemos pedir por la paz del mundo si nosotros no somos constructores de paz. Dicen que la oración de petición es la más practicada.....Estamos acostumbrados a pedir y nos olvidamos de dar gracias. En el salmo 137 su autor da gracias "de todo corazón" porque "cuando te invoqué me escuchaste". En la primera lectura Abraham "el amigo de Dios" le pide a Dios que no destruya la ciudad y obtiene respuesta "En atención a los diez, no la destruiré". Pero no había ni diez justos..... En la curación de los diez leprosos sólo hay uno que es agradecido. ¿Sabemos conjugar la oración de petición con la de acción de gracias? También en el Padrenuestro nos ofrecemos a Dios "Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo". ¡Qué difícil nos es decir esta parte de la oración! Muchas veces confundimos la voluntad de Dios con nuestra voluntad. Tengamos en cuenta que la voluntad de Dios es la felicidad de hombre y nos costará menos aceptarla en nuestra vida. En el Padrenuestro pedimos perdón a Dios por nuestras ofensas. En el "antiguo" Padrenuestro en castellano decíamos "deudas", expresión mucho más pobre que confundía, pues podía entenderse que estábamos hablando sólo de las deudas económicas o materiales. Pero no debemos olvidar lo que sigue..."como también nosotros perdonamos a los que nos han ofendido". Esto nos compromete a ser nosotros también "perdonadores". No podemos tener la cara de pedir perdón si no somos capaces de perdonar. Hay personas que se saltan esta expresión del Padrenuestro. Si actuamos así somos como el siervo que fue perdonado en una gran deuda por el rey y no fue después capaz de perdonar a otro una pequeña deuda.

5.- ¿Sabemos rezar el Padrenuestro? ¿Cómo lo hacemos? Tenemos que orar con esta hermosa oración dándonos cuenta de lo que decimos en cada frase, sintiéndolo en nuestro interior, comprometiendo nuestra vida con las palabras que decimos. Me emociona ver cómo hasta los niños de 2 años saben rezarlo. Que no pase un día de nuestra vida sin haber orado con el Padrenuestro. Hacerlo vida es la mejor manera de vivir el Evangelio.

 

José María Martín OSA

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LLAMEMOS PAPAÍTO A DIOS

1. - Jesús enseña a sus apóstoles el Padrenuestro que es, en muy pocas palabras, la más alta cumbre de la teología. Y nos muestra un Dios Padre que va a ocuparse de nosotros en lo material y en lo espiritual. A Dios podemos pedirle pan y santidad, justicia y paz, protección y futuro. Tras mostrar el Padrenuestro, Jesús comunica dos condiciones de la oración que, a veces, dejamos de cumplir y utilizar. ¿Por qué no rezamos constantemente? ¿Por que, asimismo, no importunamos a Dios con nuestras peticiones? Dios nos lo va a dar todo. Pero rezamos poco. Y puede ser prueba de nuestra soberbia o de nuestra desesperanza.

 

2. - Cristo, además, nos mostró un Dios Padre cariñoso y tierno. La grandeza de la presencia de Jesús en la tierra estriba en que, en un momento dado, llegada la plenitud de los tiempos, él explicó --como nadie podía hacerlo-- quien y como era Dios. La ley judía se había endurecido hasta el punto de crear una falta imagen de Dios: fuerte, combativo, justiciero y lejano. El aleluya de la misa de este domingo refleja un texto de San Pablo (Rom 8, 15) y se dice: "Habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace exclamar: ¡Abba, Padre!". Y eso fue --y es-- toda una revolución, porque, entre otras cosas, la traducción más cabal de "Abba" se acerca a nuestro "Papá" o, incluso, "Papaíto". Es decir, podemos llamar a Dios "Papaíto" y esa palabra sólo nos produce a nosotros ternura. Se abre un mundo de posibilidades para el hombre a partir del Dios cercano y cariñoso que nos mostró Cristo. Y esa es, precisamente, la grandeza del cristianismo frente a las otras dos religiones monoteístas, que también honran a Abrahán. Ellos no han recibido el legado de ese conocimiento íntimo y asequible de Dios. Y, sin embargo, Abrahán es considerado por judíos y musulmanes como el amigo de Dios. Abrahán trata con un Dios asequible que admite una negociación sobre la salvación de dos ciudades. Para negociar algo hay que tener cerca con quien se negocia y han de existir unas bases de confianza y entendimiento para hacerlo. Ya el Antiguo Testamento nos mostraba al Dios cercano y entrañable. Pero los hombres de la antigüedad --también nosotros ahora-- olvidaron la verdadera esencia de Dios y prefirieron construir uno a su medida.

3. - San Pablo, en la Carta los Colosenses, va a describir de manera magistral nuestra comunión con Cristo. Sepultados con el Bautismo vamos a resucitar sin pecados. La misericordia de Dios se nota --en la Nueva Alianza-- en la posibilidad de continuo perdón por el sacrificio de Jesús. Ese conocimiento de que siempre podemos ser perdonados nos podría dar un exceso de presunción sobre nuestro destino final. Pero no es así. El conocimiento del perdón permanente de Dios nos muestra una vez más la ternura de Dios. Pero rezamos poco. Estamos muy atareados con nuestras pequeñas virtudes y nuestras grandes mezquindades y nos olvidamos que el Señor nos espera, todos los días y todas las horas, en "lo oculto de nuestra habitación", el interior de nuestra alma.

 

Ángel Gómez Escorial

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TU REZA, QUE DIOS CUMPLIRÁ

1. DIOS PROMETE Y CUMPLE. Nuestra oración insistente, clarifica y nos abre hacia aquello que, por nosotros mismos, somos incapaces de realizar: Dios de una manera segura, simple y suficiente es capaz de colmar nuestras aspiraciones.

¿QUÉ CONDICIONES NOS PONE?

Algo tan sencillo como………………. el pedir

Algo tan natural como……………….. pedirlo al Padre

Algo tan fácil como………………..…. hacerlo a través de Jesús

Algo tan imprescindible como…………….. el solicitarlo con Fe

Algo tan comprometedor como…… el permanecer en El

2.- ¿QUÉ IMPEDIMENTOS SALEN A ESA PETICIÓN?

+La falta de sinceridad; cuando pedimos sin hacer ver a Dios los móviles verdaderos de nuestra solicitud. No me conviene... pero se lo pido porque me apetece

+La ausencia de reconciliación; cuando estando rotos por dentro intentamos que sea Dios quien resuelva el caos o la guerra de nuestra existencia interna o externa. Ya que otros me lo han impedido

+El egoísmo; cuando conocedores de que la felicidad no siempre se consigue con el tener, nos precipitamos por acaparar lo indecible. Siempre es más bueno tener que necesitar. Le diré a Dios que me restituya lo que me corresponde.

+La falta de paciencia; cuando ante la esterilidad aparente de nuestras oraciones nos aburrimos de hablar amistosamente con Dios y, convertimos la oración, en un medio de instrumentalización: ¡como no me das…te dejo!

+La incredulidad; cuando surgen dudas e interrogantes sobre el fruto y el valor más profundo de la oración. ¡Para qué voy a rezar si Dios está sordo!

El evangelio, de este domingo, nos trae a la memoria una gran realidad: Dios se interesa por nosotros. Es ahí donde, el cristiano, descubre que toda su vida –por ser importante para Dios- cobra nuevo impulso cuando se presenta ante El:

+cuando esperamos sin sobresaltos ni exigencias;

+cuando comprendemos que para Dios no hay nada imposible;

+cuando, haciendo un repaso de nuestra historia personal, concluimos que Dios nos da mucho más de lo que le pedimos;

+cuando, lejos de encerrarnos en nuestra autosuficiencia y complacencia, vemos la oración como el arma más poderosa que podemos tener en la mano para agradecer y pedir a Dios aquello que sea necesario para nuestra vida espiritual y material

3.- .Me viene a la memoria la anécdota de aquel náufrago profundamente creyente que pedía y confiaba mucho en Dios, pero que no supo ver su mano en aquel momento donde, en la soledad de una isla, se debatía entre la vida y la muerte.

Llegó una embarcación y el capitán le invitó a subir a proa; el náufrago le contestó: "váyase tranquilo; yo confío en Dios". Al día siguiente un submarino se percató de la presencia del accidentado y nuevamente le pidieron que recapacitara en su postura y que embarcase; "váyanse tranquilos…confío plenamente en Dios". Por tercera vez un trasatlántico atisbó las circunstancias trágicas en las que se encontraba el solitario náufrago convidándole una vez más a abandonar la isla. Ante su negativa el crucero siguió su curso.

Cuando pasaron los días y las fuerzas se fueron debilitando el náufrago cerró ojos y se presentó ante Dios increpándole: "¡cómo no has hecho nada por mí en los momentos de peligro!" "¿no te das cuenta el ridículo en que me has dejado ante mis familiares y amigos cuando yo tanto esperaba de Ti?". Dios, sigue esta parábola, le cogió por el hombro y le contestó: "amigo; tres embarcaciones te envié y no quisiste ninguna".

Que nuestra oración sea como la del agua que, por su persistencia y no por su consistencia, es capaz de romper o erosionar la mayor de las rocas. Que nuestra oración sea, sobre todo, unos prismáticos que nos ayuden a ver y aprovechar los signos de la presencia de Dios en nuestra vida. Dicho de otra manera; que la oración sea esa sensibilidad para ver ciertos golpes de gracia…como la mano certera de Dios a nuestras necesidades.

 

Javier Leoz

www.betania.es

 

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