miércoles, mayo 31, 2006

Curso "al partir el Pan"

INVITACIÓN
Cursos Breves de Profundización"AL PARTIR EL PAN"
Elementos significativos de la Espiritualidad Bíblica
Para redescubrir juntos la vida espiritual como comunión y encuentro. Prof. María Luján Manzotti
Todos los miércoles de Junio, desde el 7
hasta el 28 De 16 a 18 hs

SOCIEDAD BÍBLICA CATÓLICA INTERNACIONAL
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PENTECOSTÉS Y LA FUNDACIÓN DE LA IGLESIA

Para muchos, el primer Pentecostés cristiano evoca la fundación de la Iglesia bajo la acción del Espíritu. Antes de dejar a sus apóstoles, Jesús les había prometido que les enviaría el Espíritu. Los apóstoles se reunieron en Jerusalén, para esperar su venida. El Espíritu vino cuando estaban todos reunidos, el día del Pentecostés judío. Además vino de una manera bastante espectacular. Los apóstoles empezaron inmediatamente a predicar la Buena Nueva de la salvación, y todos entendían en sus respectivas lenguas, cuando se les predicaban las maravillas del Señor... La Iglesia había nacido definitivamente. He aquí en unas palabras cómo muchos cristianos se imaginan los hechos.

Pero muy pocos se preguntan por qué la Pascua está separada de Pentecostés por un período de cincuenta días. ¿Por qué la fundación de la Iglesia se refiere a Pentecostés, en vez de a la Pascua?. El don del Espíritu Santo en Pentecostés, ¿significa una especie de comienzo absoluto? ¿En qué sentido se puede decir que la misión universal comienza verdaderamente el día de Pentecostés? Los apóstoles, de hecho, van a dar testimonio de la Resurrección de Cristo, pero este testimonio no les induce a abandonar Jerusalén para ir a todas las naciones.

En resumen, tenemos que hacernos dos preguntas: por una parte, ¿cuál es el significado profundo del espacio de tiempo que separa la resurrección de Cristo y la fundación de la Iglesia en el día de Pentecostés? Y, por otra, ¿es realmente la fiesta de Pentecostés la fiesta por excelencia de la misión universal? Estas preguntas no son secundarias. Respondiendo a ellas ayudaremos a los cristianos a captar mejor la originalidad de su fe en Cristo resucitado y el alcance exacto de sus responsabilidades misioneras.


· LA FIESTA DE PENTECOSTÉS EN ISRAEL, ANIVERSARIO DE LA ALIANZA.


En sus orígenes, la fiesta de Pentecostés fue una fiesta de recolección, como la Pascua era la fiesta del comienzo de la siega. Pentecostés, fiesta de recolección y, por tanto, fiesta de abundancia, es fiesta de alegría y de acción de gracias. Pero, al mismo tiempo que la liturgia tiende a hacerse cada vez más histórica y cada vez menos cósmica, las grandes fiestas del pueblo judío se van a transformar.

Cuando la Pascua deja de ser una fiesta agrícola, para convertirse en seguida en la celebración de la liberación de Egipto, se trata de extender esta celebración a todos los acontecimientos que han acompañado al Éxodo. Entre ellos, el mayor acontecimiento es evidentemente la conclusión de la alianza del Sinaí, cincuenta días después de haber salido de Egipto. Como la fiesta de la recogida de la cosecha se celebraba siete semanas después de la Pascua, era una fiesta muy indicada para conmemorar la alianza. Desde el siglo II antes de Jesucristo, esta evolución había terminado, y Pentecostés era la gran fiesta de la alianza.

ALIANZA/PLAN-D: La alianza es una de las realidades más fundamentales a la que dedican su reflexión los profetas. En un momento decisivo de la historia religiosa de Israel, la alianza ha definido las relaciones entre Yahvé y su pueblo. El plan de Yahvé es el liberar al pueblo escogido, a través de los acontecimientos de su historia; pero el contrato de la alianza lleva consigo una exigencia esencial para Israel: que a la iniciativa salvadora de Yahvé habrá que responder con la fe. En realidad, y desde el período de prueba del desierto, el pueblo elegido rehúsa el entrar en los caminos -es verdad que muchas veces son desconcertantes- de su Dios. Responde con la incredulidad. ¿Son por esto un fracaso los designios salvadores de Yahvé? ¿No acabará el propio Yahvé por cansarse? Estas preguntas no han cesado de hacer reflexionar a los profetas. Todos ellos anuncian la cólera divina, pero también el éxito futuro del plan de Dios.

Como la fidelidad de Yahvé es eterna, los profetas expresan su seguridad de que un día el Dios vivo suscitará un colaborador adecuado para la alianza. La esperanza mesiánica da testimonio de esta certeza, que se confirma sin cesar.

Meditando sobre el futuro de la alianza, los profetas hablan gustosamente de una nueva alianza. El Espíritu de Yahvé será derramado abundantemente sobre toda carne. Los corazones serán transformados y la nueva ley será grabada en ellos. Los preceptos divinos no se deberán ya aprender de los demás. La misma creación será renovada. Yahvé aparecerá entonces como el único Salvador de su pueblo y El hará del pueblo su testigo ante las naciones. La fidelidad del Mesías va a permitir esta definitiva liberación.


· JESÚS DE NAZARET Y LA ALIANZA EN EL ESPÍRITU.


La proclamación del Reino inaugura los últimos tiempos. Desde la Anunciación, el Espíritu está obrando en la vida de Jesús. En su Bautismo intervino el Espíritu de una manera solemne para conferir a Jesús su investidura mesiánica. Durante toda su vida pública se multiplicaron los signos de efusión del Espíritu. Y cuando llegó el momento supremo de la muerte en la cruz, fue también el Espíritu el que emprendió la obra por excelencia: la Resurrección. En la sangre derramada por el Mesías se ha sellado una nueva alianza, que es la que da comienzo al tiempo del Espíritu.

Todo se ha cumplido en el sacrificio de la cruz (Jn 19, 30). La esperanza de los profetas se ha visto colmada. La nueva alianza se ha consumado. He aquí que ha llegado ya el tiempo en que se ha de dar culto en espíritu y en verdad. El Espíritu habita desde ahora en los corazones y los transforma desde el interior. El acto redentor y expiatorio de la cruz tiene una resonancia universal.

Toda la humanidad ha sido afectada por la acción del único Mediador de la salvación. La solidaridad universal en el pecado deja paso a una solidaridad universal en el amor.

Y, sin embargo, si es verdad que todo se ha cumplido, no es menos cierto que todo está aún por cumplir. El Reino no desciende prefabricado del cielo. La alianza en el Espíritu exige que el hombre colabore como verdadero aliado de Dios en la realización de sus designios salvadores. Esta alianza se fundamenta en el Hombre-Dios, que es el que abre el acceso al Padre. El Hijo único del Padre se rodea de hijos adoptivos. Haciéndose obediente hasta la muerte en la cruz por amor a todos los hombres, el Hombre-Dios ha inaugurado en su persona el Reino definitivo, pero no ha suprimido la condición terrena del hombre. Por el contrario, la intervención de Jesús en la historia revela al hombre la verdad de su condición terrena. Cada uno está llamado a desempeñar un papel irreemplazable en la edificación del Reino.

El tiempo del Espíritu comienza definitivamente con la Resurrección y la Ascensión de Cristo. Por su sacrificio en la cruz, Cristo ha dicho al Padre, de una manera perfecta, el sí “filial” de “criatura” que salva al hombre de una vez para siempre. Este SI le constituye a la derecha del Padre en Primogénito de la verdadera humanidad. El diálogo entre Dios y el hombre queda ya cimentado. El Espíritu de Dios se revela por identidad como el Espíritu del Verbo Encarnado. La nueva alianza ha sido sellada en el amor. El tiempo del Espíritu ha dado paso a aquel día en que Jesús pudo decir a sus apóstoles: “Recibid el Espíritu Santo” (Jn 20, 22).


· PENTECOSTÉS Y EL BAUTISMO ECLESIAL EN EL ESPÍRITU.


Al ver la realidad del “costado” de Cristo, la Iglesia, que es su Cuerpo, nace en el acto supremo del sacrificio de la cruz. Según el testimonio de San Juan, el agua y la sangre que brotaron del costado de Cristo cuando fue abierto por la lanza, evocan de un modo suficiente este nacimiento. Además, desde la primera aparición del Resucitado a sus apóstoles, lo esencial del misterio de la Pascua ha sido ya evocado: “Como mi Padre me envió, así también Yo os envío... Recibid el Espíritu Santo” (Jn 20, 21-22). Pero si consideramos esta misma realidad “desde el lado” de los apóstoles, resulta que se pasan cincuenta días desde la Resurrección hasta la venida del Espíritu Santo sobre la primera comunidad cristiana. Del Viernes Santo a Pentecostés, tienen lugar una serie de acontecimientos: la resurrección, las apariciones de Cristo resucitado, y, sobre todo, la Ascensión, que el cómputo litúrgico fija cuarenta días después de la Pascua.

La cuestión que, por consiguiente, se plantea, es esta: ¿Por qué el acontecimiento pascual no se ha guardado como la fecha de la fundación de la Iglesia? Es muy comprensible que a los apóstoles les haya hecho falta un cierto tiempo para comprender todas las cosas que habían pasado. Pero esta no es una razón suficiente para retardar la fecha de la fundación de la Iglesia cincuenta días. Por otra parte, nunca se ha dado esta explicación, sino que ha parecido más sencillo el decir que, de facto, el Espíritu Santo no había descendido sobre los apóstoles hasta ese día.

La verdadera razón es que los apóstoles estaban llamados a ser los fundamentos de la Iglesia y que, para llegar a serlo, ellos tienen que recorrer un camino espiritual, acomodando progresivamente su fe ordinaria a la realidad de la resurrección.

El momento esencial de este camino es la Ascensión de Cristo. Los apóstoles comprenden entonces que el Reino no es de este mundo, pero que, sin embargo, se construye en este mundo, a partir de la semilla plantada por Cristo y gracias a una tarea llamada la misión universal. Entonces ya está todo preparado para que aparezca en todo su esplendor el testimonio autorizado de los discípulos acerca de la resurrección. Este testimonio funda la Iglesia en la realidad de este mundo, porque, por vez primera, unos hombres elegidos por Cristo para eso actualizan la resurrección de Cristo, por medio de su contribución común a la realización de los designios de Dios. Por tanto, no cabe duda de que verdaderamente se ha difundido el Espíritu de Cristo.

El Pentecostés judío que evocaba la alianza del Sinaí era muy apto para servir de punto de apoyo a la primera manifestación de la Iglesia. En el Espíritu del Padre y del Hijo se ha sellado una nueva alianza.


· PENTECOSTÉS Y LA MISIÓN UNIVERSAL.


Después de la venida del Espíritu Santo sobre la comunidad reunida, los apóstoles empiezan a dar testimonio públicamente de Cristo resucitado. Ellos han participado de su vida; han tenido esa experiencia muchas veces, desde la Pascua de Cristo. El testimonio de los apóstoles tiene, de derecho, un alcance universal, porque la vida que le anima es la misma vida de Aquel que ha amado a todos los hombres hasta el fin.

Para comprender la misión de la Iglesia, hay que volver siempre al testimonio apostólico en sus orígenes. Los elementos esenciales que integran la misión universal se encuentran allí. La Iglesia cuando evangeliza propone el misterio de la resurrección. La Iglesia vive efectivamente del misterio del que está dando testimonio. El contenido de esta vida es un amor sin fronteras.

Y, sin embargo, ¡qué camino se ha recorrido si se compara el testimonio apostólico del primer día y la misión paulina! Persuadidos de que el retorno de Cristo es inminente y de que la Jerusalén terrena será el escenario de esta intervención decisiva, los apóstoles dan testimonio de Cristo resucitado, pero no abandonan Jerusalén. Serán los acontecimiento los que les hagan ver claro acerca de las consecuencias misioneras de su testimonio. El martirio de Esteban prepara la evangelización de Samaria, y los judíos que habían venido a Jerusalén se llevan la Buena Nueva a sus tierras. Entonces se hace un llamamiento a los apóstoles. Entran en la Iglesia los primeros paganos. Poco a poco, los apóstoles llegan a la convicción de que el testimonio apostólico halla su desarrollo normal en la misión. Un día la Iglesia de Antioquía enviará a sus responsables de misión: Bernabé y Pablo harán juntos el primer viaje apostólico.

Durante toda su historia, la Iglesia no ha dejado de reflexionar en las implicaciones de su misión universal. San Pablo pudo pensar que la misión entre los paganos era una obra que estaba a su alcance. Hoy, sin embargo, comprobamos que esta obra apenas ha comenzado; la empresa es gigantesca. Dar testimonio de Cristo resucitado es arraigar el misterio de Cristo y de su sacrificio perfecto en el corazón del dinamismo espiritual que anima a los pueblos y a las culturas. Toda la realidad humana -y con ella toda la creación- debe pasar de la muerte a la vida.

El primer Pentecostés contiene ya en germen todo el crecimiento ulterior de la misión y las tomas de conciencia que se han conseguido en el curso de los años. En germen, pero sólo en germen. Lo contrario sería anormal, puesto que el tiempo del Espíritu es el de la edificación del Reino y el de la responsabilidad de cada uno en respuesta a la iniciativa siempre obsequiosa del Padre.


· EL PRIMER PENTECOSTÉS Y LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA.


El relato que nos hacen los Hechos de lo Apóstoles acerca del primer Pentecostés evoca como de una manera anticipada los frutos extraordinarios de la presencia del Espíritu en la comunidad apostólica. Desde que el Espíritu obra en el testimonio de la resurrección dado por los apóstoles, caen los muros de separación existentes entre los hombres, y el obstáculo de las lenguas puede ser superado. En medio del esplendor de su diversidad y de su unidad nuevamente hallada, la Iglesia completamente acabada parece encontrarse allí, como a escala reducida, el día del primer Pentecostés cristiano. Animados por el Espíritu, los hijos adoptivos del Padre se reúnen en torno al Hermano Mayor.

Este relato expresa con mucha exactitud lo que ocurre en una celebración eucarística. La antífona de comunión de la misa de Pentecostés está muy bien elegida para ese momento. “Todos, llenos del Espíritu Santo, cantaban las maravillas de Dios”. En la Eucaristía, la tensión entre el presente y el futuro alcanza su máxima intensidad. El Espíritu obra en ella como en su terreno privilegiado. Reunidos en torno a Cristo resucitado, los hijos adoptivos dan gracias por El, con El, en El. Los ausentes también están, en cierta manera, presentes, porque la convocatoria universal a la salvación alcanza a todos los hombres. La recapitulación cósmica es efectiva... “Por eso el mundo entero, desbordante de alegría, se estremece de felicidad a través de toda la tierra”.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA IV MAROVA MADRID 1969.Pág. 278 ss.
Tomado de la Biblioteca Digital Catolica (www.mercaba.org)

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Jose Luis Aboytes

martes, mayo 30, 2006

El Adolescente y su Mundo

Autor: Catholic.nethttp://es.catholic.net/biblioteca/libro.phtml?consecutivo=423
Capítulo 15: H. Carácter Flemático ( noEmotivo-Activo-Secundario)

1. Descripción de los rasgos más característicos.El signo más característico del carácter flemático es su frialdad y su excepcional calma, es poco expresivo, franco y sencillo; su curiosidad es sin entusiasmo.Su valor dominante esta en la firme constancia con que lleva a cabo sus obras. Se aplica al trabajo con método y constancia; su actividad es fría y sin calor, pero profunda, vigorosa, tenaz y eficaz. Se propone fines determinados y precisos y no descansa hasta haberlos terminado. Actúa con convicción y en silencio.
Sus intereses son intelectuales, sus juicios incipientes, precisos y categóricos. El flemático es autónomo, circunspecto, tenaz, firme, puntual, regular y sistemático. Es ordenado y limpio. No está apegado ni al dinero, ni a las cosas, ni a los atractivos del mundo. Lleva una vida muy sencilla y aprovecha muy bien el tiempo.
Su principal cualidad es una calma especial que lo hace tener una templanza perfecta y una sabiduría sexual muy marcada. Son muy laboriosos debido a la tenacidad y constancia. Son adaptables en cualquier ambiente, no riñen.
La inteligencia del flemático es lenta, pero profunda; es de tipo conceptual, con buena aptitud para comprender lo esencial, ordenar, clasificar y sistematizar. Posee también buena memoria y capacidad de concentración; en cambio, tiene poca imaginación. Ama la lectura y se aplica seriamente al estudio.En sus relaciones sociales, le falta espontaneidad y desenvoltura; es reservado, pero no tímido. Parece indiferente a los acontecimientos exteriores y por ello, lo juzgan como insensible. No le gusta participar en grupo, no se abre ante las personas. Le choca renunciar a sus puntos de vista, o aceptar lo que no había previsto. Posee un orgullo frío, duro, conscientemente fundado en su inteligencia, es un orgullo de indiferencia, como si los demás no existieran, de origen intelectual, sin nada de emotividad.
2. Comportamiento religioso.
Aprecia las directrices de la religión. Ve a Dios con un fin determinado, como la Providencia que gobierna con sabiduría. Considera la religión como un sistema doctrinal, cumple la voluntad de Dios por deber y no por amor verdadero. Considera a la Iglesia como un sistema bien ordenado.Ningún fervor religioso, poco sentimiento, egoísmo, sin espíritu de colaboración. Su religión es como un imperativo categórico. Presta poca atención a la intimidad con Dios, a la amistad con Cristo, al calor de la vida sobrenatural. No ve que la religión se basa en el amor, para él es fría, árida, reducida a un esquema legislativo.

Cumple con las prácticas de piedad de una manera convencional y formalista. Su oración es impersonal, como el estudio de una tesis de teología o la lectura de un tratado, trabajo más de la mente que del corazón. Psicológicamente no da importancia a la Persona viva de Jesucristo o de Dios. Prefiere el trabajo y el estudio a la oración, la cual considera poco menos que como una pérdida de tiempo. No siente atracción hacia la confesión frecuente y la aplaza. La confesión es para él como una acusación y reparación de la ley, no llega a ser expresión de dolor por haber ofendido a Dios.

3. Pedagogía pastoral.

Ejemplos de santos con este tipo de carácter son san Juan Fisher y san Pedro Canisio.

a. Actitud del formador.
El flemático no busca un corazón que lo comprenda ni alguien a quién imitar; para él, el formador tiene poca importancia. Lo que tiene mucha importancia, y por lo que va a la dirección espiritual, es para que se le sugieran ideas y el método para progresar espiritualmente. No busca en la dirección espiritual un camino para el encuentro con Cristo: exige directrices precisas y sistemáticas para su formación espiritual, aunque no se somete a ellas, ni se deja guiar fácilmente. Él necesita un formador paciente, que le abra nuevas perspectivas apostólicas, para que su vida no se diseque en sus manías y en su frialdad. No hay que imponerle nada, sino presentarle nuevos horizontes. Para infundir calor en su vida espiritual hay que aconsejarle la oración, y el apostolado, para que nutra su vida exterior.
No cambia por nada sus ideas: sólo después de un convencimiento personal y si va de acuerdo a sus intereses; por ello requiere suavidad y una dirección moral que no sea sólo de prohibiciones categóricas, sino motivaciones que pueda aceptar. Se necesita un procedimiento persuasivo y no coercitivo que crearía reacciones de oposición frías y duras: la simpatía y el afecto no se imponen, sino que es necesario que nazcan casi espontáneamente.

b. Vida espiritual.
Presentarle lo sobrenatural no como un sistema de verdades reveladas, sino como una adhesión de la inteligencia a la Palabra revelada y una donación del propia vida a Dios. Hacerle reflexionar que ser creyente quiere decir abandonarse en Dios. Hay que conseguir que llegue a tener una relación personal con Jesús en la Eucaristía. Que se acostumbre a ensanchar el horizonte de la oración para convertirla en una fusión de amor con la voluntad de Dios.Deberá esforzarse por sentir con el corazón lo que cree con la inteligencia y lo que práctica fríamente llevado por el razonamiento. Exponerle un ideal concreto, preciso y elevado. Conducirle para que abra su corazón a la caridad con el prójimo. Hacerle comprender que la moral es un compromiso adquirido, una respuesta de amor a una ley de amor dada por Dios. Por ejemplo, presentarle la confesión como reparación que conlleva un dolor profundo por haber ofendido a un Dios, que a pesar de todo, lo ama.Enseñarle a comprender la profundidad espiritual que supone la adhesión a la voluntad de Dios en todas las ocupaciones del día. Y por último, hay que combatir su orgullo (que sabe defender fríamente con mil razones), hacerle comprender los límites de sus posibilidades y que considere todos sus defectos bajo una luz sobrenatural.

c. Apostolado.
Para el flemático todo trabajo ha de tener un sentido. No piensa que el apostolado tiene como objetivo la salvación de cada hombre en particular, y que no es cuestión de administración o de organización técnica.Hay que formarlo iluminando su inteligencia, haciéndole comprender la necesidad de ayudar a los demás, despertar en él la emotividad. Lo que le cuesta en definitiva es darse a los demás, considerarlos como personas en vez de cosas indiferentes a los que juzga duramente. Crearle disposiciones favorables que provoquen sentimientos de compasión y delicadeza.Se inclina más por el apostolado intelectual. Ama los cargos de organización o administración. No es la persona adecuada para crear o atender relaciones sociales, él mismo se reconoce como incapaz de ejercer una influencia inmediata sobre los demás. Cuando llega a ser administrador de una obra se vuelve conservador, poco flexible y sin espíritu de adaptación a las exigencias del momento o poco comprensivo con los demás.La síntesis de su preparación al apostolado es: amor a Cristo y comprensión a las almas.

d. Vitalizar su vida.
Es conveniente introducir en su vida la diversidad, abrir su carácter y su inteligencia, no tolerar que viva replegado sobre sí mismo, sin entregarse.
1) Utilizar un método persuasivo, para hacerlo comprender a los demás por medio de la simpatía y el afecto.
2) Hay que motivarlo continuamente para que pase de la comprensión abstracta, a la experiencia vivida. Que no se irrite por causa de las deficiencias ajenas. Tiene que acostumbrarse, por tanto, a la práctica de la comprensión, soportando los defectos de los demás, con el cual hará un servicio de amor.
3) Hacerle comprender que la entrega no sólo se hace por amor a los principios (la ley, lo objetivo, lo justo), sino también se hace por amor a los demás, según las circunstancias de cada caso.
4) Prevenirle contra el automatismo, que lo llevaría a la excesiva meticulosidad, a la dureza y al formalismo.
5) Acostumbrarlo a la práctica de las virtudes altruistas: atenciones para los demás, simpatía, sacrificio, caridad, con acciones concretas.
6) Aconsejarle sobre la desconfianza en sí mismo; que no se crea nunca demasiado seguro, pues el orgullo es mal consejero y fácilmente puede jugarle una mala pasada. El orgullo intelectual termina frecuentemente por caer en el orgullo de la carne
7) Conviene aconsejarle la lectura de libros que se centren en la figura y persona de Jesús, con el fin de formarle en una espiritualidad cristocéntrica, o de libros que traten a fondo sobre el problema de la salvación de las almas (obras sociales, misiones) y de esta forma educarle en el verdadero celo por las almas.
El flemático es un carácter del cual se pueden obtener muchos elementos positivos, porque si es cierto que tiene graves deficiencias naturales, no por esto deja de poseer cualidades excelentes. Todo el trabajo de la formación en la vida sobrenatural del flemático deberá centrarse en dar vida a su psicología: que ponga sentimiento en su acción; que la luz de su inteligencia se convierta en fuego para el corazón; que su fría moralidad se encauce en una vida que reproduzca y refleje la voluntad de Dios

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Jose Luis Aboytes

El sagrado Corazón de Jesus

Un corazón que siempre ama

• Arnold Omar Jiménez Ramírez, semanrio.com.mx

La devoción al Corazón de Jesús ha existido desde los primeros tiempos de la Iglesia, cuando se meditaba en el costado y el Corazón abierto de Jesús, de donde manó sangre y agua. De ese Corazón nació la Iglesia y por ese Corazón se abrieron las puertas del Cielo. «La devoción al Sagrado Corazón está por encima de otras devociones, porque veneramos al mismo Corazón de Dios. La oración de la Iglesia venera y honra al Corazón de Jesús, como invoca su santísimo Nombre. Adora al Verbo Encarnado y a su Corazón que, por amor a los hombres, se dejó traspasar por nuestros pecados» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2669). Jesús, durante su vida, su agonía y su Pasión, nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno: «El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Ga 2, 20). Nos ha amado a todos con un corazón humano. Por esta razón, el Sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación, «es considerado como el principal indicador y símbolo del amor con que el Divino Redentor ama continuamente al Eterno Padre y a todos los hombres (Pío XII, Enc. Haurietis aquas).

De los Santos Padres a Paray-le-MonialYa los Santos Padres muchas veces hablaron del Corazón de Cristo como símbolo de su amor, tomándolo de las Sagradas Escrituras: «Hemos de beber el agua que brotaría de su Corazón... Cuando salió sangre y agua» (Jn 7, 37; 19, 35). En la Edad Media comenzaron a considerarlo como modelo de nuestro amor, paciente por nuestros pecados, a quien debemos reparar entregándole nuestro corazón (santas Lutgarda, Matilde, Gertrudis La Grande, Margarita de Cortona, Angela de Foligno, San Buenaventura, etcétera). En el siglo XVII estaba muy extendida esta devoción. San Juan Eudes, ya en 1670, introdujo la primera fiesta pública del Sagrado Corazón.

Fue Jesús mismo quien, en el siglo XVII, en Paray-le-Monial, Francia, solicitó, a través de una humilde religiosa, que se estableciera definitiva y específicamente la devoción a su Sacratísimo Corazón. El 16 de junio de 1675 se le apareció Nuestro Señor y le mostró su Corazón a Santa Margarita María Alacoque. Su Corazón estaba rodeado de llamas de amor, coronado de espinas, con una herida abierta de la cual brotaba sangre y, del interior de su corazón, salía una cruz. Santa Margarita escuchó a Nuestro Señor decir: «He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, y en cambio, de la mayor parte de los hombres no recibe nada más que ingratitud, irreverencia y desprecio, en este sacramento de amor». Con estas palabras Nuestro Señor mismo nos dice en qué consiste la devoción a su Sagrado Corazón. La devoción en sí está dirigida a la persona de Nuestro Señor Jesucristo y a su amor no correspondido, representado por su Corazón. Dos, pues, son los actos esenciales de esta devoción: Amor y reparación. Amor, por lo mucho que Él nos ama; reparación y desagravio, por las muchas injurias que recibe sobre todo en la Eucaristía.

Un profundo significadoLa devoción al Corazón de Jesús no sólo se ajusta enteramente a los requisitos mencionados en el documento del Concilio Vaticano II concerniente a la Liturgia, sino que, además, se encuentra enraizada en la entraña del mismo Evangelio, de donde proceden todos aquellos ideales, actitudes, conductas y prácticas fundamentales, definitorias del auténtico cristianismo y peculiares del culto cristiano. En este sentido, la devoción al Corazón de Jesús está totalmente de acuerdo con la esencia del cristianismo, que es religión de amor, ya que tiene por fin el aumento de nuestro amor a Dios y a los hombres. No apareció de repente en la Iglesia, ni se puede afirmar que deba su origen a revelaciones privadas, pues es evidente que las revelaciones de Santa Margarita María Alacoque no añadieron nada nuevo a la Doctrina católica.

Pruebas de amorPromesas principales hechas por el Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita María Alacoque:

• A las almas consagradas a mi Corazón, les daré las gracias necesarias para su estado.
• Daré la paz a las familias.
• Las consolaré en todas sus aflicciones.
• Seré su amparo y refugio seguro durante la vida, y principalmente en la hora de la muerte.
• Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas.
• Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia.
• Las almas tibias se harán fervorosas.
• Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección.
• Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón esté expuesta y sea honrada.
• Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones empedernidos.
• Las personas que propaguen esta devoción, tendrán escrito su nombre en mi Corazón y jamás será borrado de él.
• A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final La hija predilecta del Sagrado Corazón• Arnold Omar Jiménez Ramírez Del 11 al 19 de junio las reliquias de Santa Margarita María Alacoque serán traídas a nuestra diócesis; la hija predilecta del Sagrado Corazón, a quien le entregó las doce promesas de su amor.
Margarita nació el 22 de julio de 1647 en el pequeño pueblo de Lautecour, en Francia. Su padre, Claudio Alacoque, fue juez y notario y su mamá llevó por nombre Filiberta Lamyn. Margarita María dice, en su autobiografía, que desde pequeña le concedió Dios que Jesucristo fuera el único Dueño de su corazón, además de otro gran favor: Un gran horror al pecado, de manera que aun la más pequeña falta le resultaba insoportable.Su Dios y su amorAprendió a rezar el Rosario y lo recitaba con especial fervor cada día y la Virgen Santísima le correspondió librándola de muchos peligros. Es llevada al colegio de las Clarisas y a los nueve años hizo su Primera Comunión. Dijo: «Desde ese día, el buen Dios me concedió tanta amargura en los placeres mundanos, que aunque como jovencita inexperta que era a veces los buscaba, me resultaban muy amargos y desagradables. En cambio encontraba un gusto especial en la oración».
A Margarita le sobrevino una enfermedad que la mantuvo paralizada físicamente por varios años; pero al fin se le ocurrió consagrarse a la Virgen Santísima y ofrecerle propagar su devoción, y poco después Nuestra Señora le concedió la salud. Era muy joven cuando quedó huérfana de padre, y entonces la madre de don Claudio Alacoque y dos hermanas de él, se instalaron en su casa y se apoderaron de todo, por lo que la mamá de Margarita y sus cinco niños se quedaron como esclavizados. Todo estaba bajo llave y sin el permiso de las tres mandonas mujeres, no salía nadie de la casa. Así que a Margarita no le permitían ni siquiera salir entre semana a la iglesia. Ella se retiraba a un rincón y allí rezaba y lloraba, además de que la regañaban continuamente.

Hija de la Orden de la Visitación

En el año de 1671 Margarita fue admitida en la comunidad de La Visitación, fundada por San Francisco de Sales. Entró al convento de Paray-le-Monial. Una de sus compañeras de noviciado dejó escrito: «Margarita dio muy buen ejemplo a las hermanas por su caridad; jamás dijo una sola palabra que pudiera molestar a alguna, y demostraba una gran paciencia al soportar las duras reprimendas y humillaciones que recibía frecuentemente». La designaron como ayudante de una religiosa que tenía el carácter muy fuerte y ésta se desesperaba al ver que Margarita era tranquila y callada. La superiora empleaba métodos duros y violentos que hacían sufrir fuertemente a la joven religiosa, pero ésta nunca daba la menor muestra de estar disgustada. Con esto la estaba preparando Nuestro Señor para que se hiciera digna de las revelaciones que iba a recibir. El 27 de diciembre de 1673 se le apareció por primera vez el Sagrado Corazón de Jesús. Ella había pedido permiso para ir los jueves, de las nueve a las doce de la noche, a rezar ante el Santísimo Sacramento del altar, en recuerdo de las tres horas que Jesús pasó orando y sufriendo en el Huerto de Getsemaní.

Un día jueves de oración, de pronto se abrió el sagrario y apareció Jesucristo como lo vemos en algunos cuadros que ahora tenemos en nuestros hogares. Sobre el manto su Sagrado Corazón, rodeado de llamas y con una corona de espinas encima, y una herida. Jesús, señalando su corazón con la mano, le dijo a Margarita: «He aquí el Corazón que tanto ha amado a la gente y en cambio recibe ingratitud y olvido. Tú debes procurar desagraviarme». Nuestro Señor le recomendó que se dedicara a propagar la devoción al Corazón de Jesús porque el mundo es muy frío en amor hacia Dios, y es necesario inculcar a las personas este amor.

Las promesas del amorDurante 18 meses el Corazón de Jesús se le fue apareciendo continuamente. Le pidió que se celebrara la Fiesta del Sagrado Corazón cada año el viernes de la semana siguiente a la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo (Corpus Christi). El Corazón de Jesús le hizo a Santa Margarita unas promesas maravillosas para quienes practicaran esta hermosa devoción. Por ejemplo: «Bendeciré las casas donde sea expuesta y honrada la imagen de mi Sagrado Corazón. Daré paz a las familias. A los pecadores los volveré buenos y a los que ya son buenos los volveré santos. Asistiré en la hora de la muerte a los que me ofrezcan la Comunión de los primeros viernes para pedirme perdón por tantos pecados que se cometen», entre otras.

Margarita le decía al Sagrado Corazón: «¿Por qué no elige a otra que sea santa, para que propague estos mensajes tan importantes? Yo soy demasiado pecadora y muy fría para amar a mi Dios». Jesús le dijo: «Te he escogido a ti, que eres un abismo de miserias, para que aparezca más mi poder. Y en cuanto a tu frialdad para amar a Dios, te regalo una chispita del amor de mi Corazón».

Días después Margarita enfermó gravemente. La superiora le dijo: «Creeré que sí son ciertas las apariciones de que habla, si el Corazón de Jesús le concede la curación». Ella le pidió al Sagrado Corazón que la curara, y sanó inmediatamente. Desde ese día su superiora creyó que en verdad se le aparecía Nuestro Señor a Margarita.
Dios permitió que enviaran de capellán al convento de Margarita a San Claudio de la Colombiere y este hombre de Dios obtuvo que en la Compañía de Jesús fuera aceptada la devoción al Corazón de Jesús. Desde entonces, los jesuitas la han propagado por todo el mundo. Antes de morir, obtuvo que en su comunidad se celebrara por primera vez la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. El 17 de octubre de 1690 murió llena de alegría porque iría al Cielo, al lado de su amadísimo Señor Jesús, cuyo Corazón la había enseñado a amar tanto en este mundo.

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Jose Luis Aboytes

El Adolescente y su Mundo

Autor: Catholic.net
Capítulo 14: G. Carácter Amorfo (noEmotivo-noActivo-Primario)

1. Descripción de los rasgos más característicos.
Tenemos que partir del hecho de que este carácter, junto con el apático, es el más pobre de todos porque le faltan los tres elementos positivos: no tiene la riqueza interior de la emotividad; no tiene el poder y la fuerza de la actividad y no tiene el equilibrio y la discreción de la secundariedad.Su rasgo característico más fuerte es la pereza. No siente internamente su falta de actividad, más bien, ésta va acompañada de cierta alegría y satisfacción. Se deja arrastrar fácilmente por el ambiente, es indolente para todo y poco aseado. Su incapacidad de esfuerzo es modesta, pero no nula.

Carece de miras elevadas, se contenta con poco, se consuela enseguida ante las contrariedades, no tiene grandes aspiraciones, le basta con vivir al nivel ordinario. No tiene temor ante los peligros y las desgracias, por lo tanto es valiente al máximo. No es aprensivo, ni pesimista, está protegido contra las enfermedades nerviosas y mentales que en el mundo actual es una gran ventaja, es sociable en grado sumoEs dócil y nada polémico, no resiste a la autoridad, es conciso y exacto, objetivo y observador. Este es su secreto de éxito en el trabajo y en la sociedad. Le gustan los deportes.

Se deja llevar por los deseos del cuerpo, es comelón, dormilón y fácilmente se deja llevar por sus bajos instintos; está sometido a las excitaciones del instante. Es indiferente a todo, aunque es inteligente no sobresale, a causa de su inercia y baja curiosidad. Razona con mucha lentitud y de forma superficial. Está incapacitado para el pensamiento abstracto. Se muestra indeciso, torpe, desordenado, abúlico e inadaptado.

No vibra por ningún ideal, ni se esfuerza ante una acción noble, no experimenta ningún sentimiento porque tiene un vacío interior, al no poseer nada de afectividad se deja llevar por el egoísmo. Vive en y del momento presente; es superficial, se deja llevar por el medio ambiente.

2. Comportamiento religioso.
Carece de fervor religioso. Es él más frío de todos los caracteres. El sentimiento religioso es muy débil y superficial. No se inclina a la piedad. Cumple las prácticas cuando debe seguir a los demás.No siente deseo de perfeccionarse. No se preocupa del más allá. Está situado en las cosas de este mundo. El misterio y el sentido sobrenatural no encuadran en su psicología. Carece de vitalidad personal para comenzar por propia iniciativa un trabajo espiritual.

Su oración es interesada, para pedir. Aunque es fiel a la práctica de la confesión, hace una acusación vaga de sus culpas. Su contrición es superficial, confesarse significa: "quedarse tranquilo". Reduce la meditación a una lectura, se duerme con facilidad. Prefiere una lectura amena, profana o una conversación cualquiera, a una visita al Santísimo.

3. Pedagogía pastoral.

San Benito Labre es el más elocuente y eficaz modelo de este carácter.

a. Actitud del formador.
El carácter amorfo no siente necesidad de la dirección espiritual, hay más pasividad que docilidad cuando acude a ella. Escucha y acepta los consejos que se le dan, no pone resistencia alguna ni manifiesta ninguna reacción. Por eso hay que exponerle un ideal de vida sobrenatural de acuerdo a sus capacidades.

La bondad y confianza, por una parte, y darle ánimos, por otra, con consejos oportunos impartidos con firme pero paternal insistencia, pueden dar efectos sorprendentes en el alma de un amorfo. Ante un formador fuerte y cariñoso cede y se deja formar Dado que el amorfo es insensible y flojo, el formador debe poseer mucha fuerza de carácter y virtud para avivar su corazón en una actividad continua. No se deben esperar milagros, ni que se vaya a entusiasmar con ideales demasiado elevados, pero sí debe lograr un esfuerzo consciente y ordenado, a través de metas sucesivas y fáciles de alcanzar.

Por tanto, primero hay que hacerle ver su carácter, su manera de ser, con los defectos, peligros, tentaciones y también sus cualidades con las que podrá alcanzar el éxito. Segundo, que experimente el gusto interior que proporciona toda actividad bien llevada. En la dirección espiritual hay que recordarle que el mundo sensible es caduco, efímero y no puede llenar las ansías del corazón. Hay que insistir mucho en la parte activa de la vida espiritual; en la entrega a Dios y a las cosas de Dios, motivarlo a romper la rutina diaria egoísta. Alentarlo y hacerle ver el fruto de la dirección espiritual para despertar en él la emotividad.

b. Vida espiritual.
Proponerle un ideal de vida sobrenatural, adaptado a su capacidad y mantenerle metas inmediatas. Para despertar en él la necesidad de la oración, apoyarse en las inclinaciones positivas que tiene; por ejemplo: oración de petición, oración litúrgica, cantos; después pasará poco a poco a la oración personal.Al ser esclavo de su propio cuerpo, hay que empezar su trabajo espiritual por el dominio de sus sentidos interiores y exteriores; que se ejercite en los pequeños sacrificios corporales para robustecer la voluntad.Ayudarle a la entrega a los demás picándole su amor propio y aprovechando su capacidad intelectual; incluso que se sensibilice poco a poco con el dolor y las miserias humanas.En el campo de la castidad, dado que es el más expuesto a las tentaciones de los sentidos: gula, pereza, sensualidad, comodidad... Se le debe motivar a una práctica seria y metódica de la mortificación de los sentidos.

c. Apostolado.
Como no le atrae el apostolado por su pereza y egoísmo, hay que insistir en dos aspectos: la motivación del sentido del deber y la necesidad y nobleza del trabajo por el prójimo. Motivarlo continuamente y ayudarle a organizarse, porque de lo contrario no hará nada. Se puede conseguir de él un esfuerzo consciente y ordenando, cuando se le propone algo atrayente y fácil de lograr.

Finalmente conviene anotar que este carácter no es para grandes empresas, porque le faltan elementos fundamentales positivos, pero no es un enfermo incurable. Debe ser valorado por el formador. La experiencia enseña como han existido ejemplos de carácter amorfo, de radical conversión psicológica, lo que demuestra que una naturaleza humana, por muy pobre que sea, cuando es dócil a la gracia divina, puede llegar a la santidad.
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lunes, mayo 29, 2006

Guion de Misa - Domingo 4 de Junio - Pentecostes

Celebrando la Vida
en el
Nuevo Milenio
Guiones para la celebración de la Cena del Señor
Ciclo "B"
Miguel Ángel Osimani
EDICIONES BETANIA

PENTECOSTÉS
MISA DEL DÍA
PREPARACIÓN:
Antes de la salida del celebrante.
Finalizamos hoy la gran celebración de la Pascua, con la Solemnidad de Pentecostés. Y hoy nos hemos reunido como los primeros discípulos y sentimos la presencia del Resucitado en medio nuestro. Hoy conmemoramos el comienzo de la vida de la Iglesia, que nace y crece bajo la acción del Espíritu Santo.
AMBIENTACIÓN:
Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial.
Consumada la obra de la redención, Cristo cumple su promesa y envía el Espíritu Santo a la Iglesia naciente y a la Iglesia de todos los tiempos, para iluminar a todos los hombres en el conocimiento de la verdad revelada, y guiarnos y sostenernos en el camino hacia la Casa del Padre. "Y el Espíritu Santo, descendiendo sobre ellos con fuerza extraordinaria, los hizo capaces de anunciar a todo el mundo la enseñanza de Cristo Jesús. Como entonces los Apóstoles, también nosotros nos encontramos reunidos en un gran cenáculo de Pentecostés, anhelando la efusión del Espíritu."
1ª. LECTURA: (Hch 2, 1-11) (texto)
Escuchemos cómo se nos presenta la presencia transformadora del Espíritu entre los Apóstoles. Con símbolos del Antiguo Testamento se expresa el don sorprendente de Dios.
SALMO RESP.: (103, 1ab. 24ac. 29b-31. 34) (texto)
R. Señor, envía tu Espíritu
y renueva la faz de la tierra.
2ª. LECTURA: (1 Co 12, 3b-7. 12-13) (texto)
Pablo escribe a la comunidad de Corinto, y en ellos a nosotros, dando el criterio para conocer si realmente todo proviene o no de Dios; el criterio es la fe y la adhesión a Jesucristo, y el servicio y cohesión comunitarios.
SECUENCIA: (texto)
Antes de escuchar el Evangelio, unámonos desde el fondo del corazón, a esta antigua plegaria al Espíritu Santo, pidiéndole a Él que venga a nosotros, nos renueve y acompañe.
EVANGELIO: (Jn 20, 19-23) (texto)
Y ahora hermanos, es el mismo Jesús, el Señor Resucitado, quien promete a sus discípulos y hoy a nosotros, su gran legado: el don de su Espíritu.
.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
CELEBRANTE:
Y ahora, bajo el impulso del Espíritu Santo, que ora en nuestro interior, dirijamos al Padre del Cielo nuestra oración filial, en la que le pedimos por las necesidades de la Iglesia y por las de todos los hombres.
GUÍA: A cada una de las intenciones responderemos orando:
"SEÑOR, ENVÍA TU ESPÍRITU Y RENUEVA LA FAZ DE LA TIERRA"
v Para que tu Iglesia nos ayude a ser cada día más dóciles a las inspiraciones del Espíritu Santo, que nos conducen a la salvación, te pedimos...
v Para que nuestro amado Santo Padre siga siendo el permanente ejemplo de anuncio del Evangelio a todos los hombres y hasta los confines del mundo, te pedimos...
v Para que nuestro Obispo, asistido e iluminado permanentemente por el Espíritu de tu Hijo, pueda guiarnos para formar una comunidad diocesana unida por un auténtico amor, te pedimos...
v Para que tu Santo Espíritu ilumine la mente de nuestros gobernantes y de todo nuestro pueblo, y así el odio se convierta en amor, el sufrimiento en gozo y podamos vivir en verdadera paz, te pedimos...
v Para que tu Santo Espíritu que todo lo renueva, conceda la salud a los enfermos, el consuelo a los que viven tristes y la salvación a todos los hombres, te pedimos...
v Para que todos los cristianos dejemos que el Espíritu Santo actúe en nuestros corazones y transforme nuestras vidas, para que toda ella sea un compromiso a ser verdaderamente los discípulos de tu Hijo y los testigos de su resurrección, te pedimos...
CELEBRANTE:
Padre bueno, queremos continuar el camino de tu Hijo; haz que nos dejemos llenar de su Espíritu para ir realizando, cada vez más, su Reino en la vida de los hombres. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
Nos ofrecemos de corazón al Padre, con el compromiso de ser dóciles a las mociones de su Espíritu y ser así, constructores de la unidad que Él quiere para su Iglesia.
DIALOGO DEL PREFACIO:
En cada Eucaristía pedimos que el Espíritu Santo haga realidad lo que nuestras palabras expresan al renovar el memorial de Jesucristo con los signos del pan y del vino; pidámoslo hoy muy especialmente.
COMUNIÓN:
La Iglesia va peregrinando, anunciando la cruz del Señor hasta que Él venga; y en este constante peregrinar es el mismo Señor quien nos fortalece con su propio Cuerpo.
DESPEDIDA:
Nuestro compromiso es el de los primeros cristianos: reunidos en la misma fe y en la celebración de la Eucaristía, nos dispersamos ahora a proclamar las maravillas de Dios en nuestras propias lenguas y en la diversidad de la vida de cada uno de nosotros, para que todos las puedan entender.

Ascensión del Señor (reflexion)

Ascensión del Señor
¿Qué haces ahí parado?

Pbro. Paulo Alejandro González Enríquez, www.semanario.com.mx

Resulta una grata experiencia contemplar esa infinidad de imágenes, que a lo largo de la historia nos han legado grandes artistas sobre la escena de la Ascensión, en las que de diferentes maneras nos representan una sola idea: Jesús que regresa a la Casa del Padre y está sentado a su derecha. Por desgracia, al igual que los primeros discípulos, como nos lo dice la Primera Lectura de este domingo, nos quedamos mirando al cielo, atónitos ante tan asombrosa partida y olvidamos el mensaje. Por lo tanto, hoy es urgente que también vengan unos hombres vestidos de blanco y nos digan: «¿Qué hacen ahí parados, mirando al cielo?».

Dios con nosotros

Todas las despedidas son tristes, es cierto, pero ¿quién nos dijo que esto es una despedida?, ¿qué acaso desde los inicios de la Redención no se nos anunció que nacería un varón de una Virgen, a quien le pondrían por nombre Emmanuel, que significa: «Dios con nosotros»? La presencia de Dios entre los hombres es eterna y no esporádica, por lo que la imposibilidad, de ahora, de ver a Cristo con nuestros ojos, sustancialmente no cambia nada, en el cumplimiento de nuestra misión y del caminar de la Iglesia, ya que Dios permanece con nosotros.
El mensaje central en la Fiesta de la Ascensión, nos hace ver que ya no es el Jesús que actúa y anuncia, sino el que pide que se haga y se anuncie en su Nombre, y es así como se prolonga su obra redentora, actuando en nosotros. La invitación es al movimiento y no a la pasividad: «Vayan por todo el mundo y proclamen el Evangelio».
Es la fiesta no de la partida de Jesús, sino de nuestra partida, el inicio de nuestro viaje como discípulos de Jesús, donde el Señor no está lejos: Sigue actuando en la labor evangelizadora de la Iglesia confirmando sus palabras y presentando sus signos sacramentales.

¿Es ahora cuando todo cambiará?

Año con año celebramos la Fiesta de la Ascensión y pareciera que nada ha cambiado, pero la fuerza de esta fiesta no está en nuestros criterios de evaluación, porque el juez es el Señor, y a nosotros corresponde ir por todo el mundo, iniciando en nuestro interior, en los ámbitos familiar, laboral y social que recorremos todos los días, con una sola garantía: El Espíritu Santo descenderá sobre nosotros, para lo cual es necesario dejarlo entrar en nuestras vidas, y nos dará la fuerza para ser sus testigos.
Es la fiesta donde todo está cumplido pero todo queda por hacer, es inicio y no fin, es alegría y no tristeza, es principio y no conclusión, es la fiesta que requiere de nuestra parte ganas de iniciar, donde hemos de cambiar nuestra actitud ordinaria de mirar al cielo implorando que todo venga mágicamente de lo Alto; es la fiesta donde hemos de mirar la Tierra para explorarla con atención, a fin de captar las huellas de la presencia de Señor y, captándolas, seguirlas y mostrárselas a los demás.
Es necesario admitir la propia miseria para tener la posibilidad de experimentar, de manera discreta pero real, la fuerza que sólo viene del Espíritu Santo, que hoy como siempre nos vuelve a decir: «¡Muévete! ¿Qué haces ahí parado?».

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Jose Luis Aboytes

Vigilia de Pentecostes Juvenil

Conferencia Episcopal Argentina – Pastoral de Juventud

Instituto Nacional de Formación de Pastoral de Juventud “Cardenal Eduardo Francisco Pironio”
Encuentros para acompañar el camino de los jóvenes
Vigilia de Pentecostés

Este material fue elaborado para el Instituto por
Pbro. Enrique López y equipo de colaboradores

OBJETIVOS

· Experimentar la necesidad, como Iglesia joven, de la presencia del Espíritu Santo para ser anunciadores decididos del Reino.

· Recibir en comunidad la fuerza del Espíritu Santo para ser enviados a consolar, curar, sanar en nombre de Dios.

· Predisponer el corazón a partir del lema “NO TENEMOS MIEDO... CON CRISTO ALIMENTAMOS LA ESPERANZA” del III Encuentro Nacional de Responsables de Pastoral de Juventud en Gualeguaychú (noviembre 2003).

PRIMER MOMENTO

La idea fuerza de este momento es que cada uno de nosotros ha sido llamado por Dios a la fe. Vivimos este llamado desde nuestras potencialidades y límites en lo concreto de una comunidad.

Nos convocamos a través de cantos dándonos la Bienvenida, y se introduce el tema.

Proclamamos la Palabra: el relato de Pentecostés (Hechos 2,1-14), que puede presentarse a través un relato entre varios jóvenes, asignando cada uno de los personajes, también puede ser una representación.

Luego, se reflexiona a partir de las siguientes claves: la oración en comunidad, la presencia de María en medio de los apóstoles.

Trabajo personal: Presentamos unos afiches o tarjetones con las siguientes preguntas para reflexionar personalmente, teniendo como referencia la comunidad de pertenencia:
1. ¿Qué elementos nos hacen hoy ser comunidad?
2. ¿Qué límites o pecados personales surgen en mi que no ayudan a vivir la experiencia de comunidad?
3. ¿Qué riquezas recibo de mi comunidad?
4. ¿Qué cualidades y virtudes personales aporto para enriquecer la comunidad?

Signo: Realizar comunitariamente un cartel con el nombre de nuestra Parroquia, Comunidad juvenil o Movimiento; y dentro de las letras escribir las respuestas a la tercera pregunta del trabajo personal. Esta será la identidad, nuestro aporte propio y original para vivir esta VIGILIA DE PENTECOSTÉS.

SEGUNDO MOMENTO

La idea fuerza para este momento es tomar contacto con nuestros miedos como Iglesia joven, las razones de nuestros encierros; poder detectarlos y hacerlos oración.

Nos convocamos a través de cantos, nos reunimos todos los presentes para reflexionar sobre el rol de las personas que estaban presentes observando a los primeros cristianos en el acontecimiento de Pentecostés (Hch. 2, 7b-13). Puede ser por medio de una representación, o simplemente hacerlo escuchar en una voz en off.

Luego el guía aporta una pregunta que será la que de pie al resto del trabajo:

¿Qué sentiría si estos comentarios los hicieran de mi? Yo, viendo los frutos del Espíritu en “esas personas”... ¿Qué diría?

Se dan unos minutos para la reflexión personal.

Trabajo Grupal: En pequeños grupos de no más de 7 personas, trabajar con el texto de Jn 20,19-29. Se propone hacer aquí un trabajo de lectura orante de la Palabra.

Ponemos la atención en los apóstoles: sus sentimientos, sus temores, sus miedos...

Ahora tomamos contacto con nuestros miedos como Iglesia joven: las razones de nuestros encierros, las excusas usadas para no salir, para limitarnos solamente a nuestro pequeño grupo, a nuestra pequeña comunidad.

Materiales: pequeños papeles, biromes, hilo, y ramas secas (cortadas como para que cada joven pueda tener la suya). Cada uno escribe en los pequeños papeles cuáles son los miedos o temores que nos paralizan y se invita a que los aten a una de ramas.

Oración Comunitaria: Reunidos en círculo, se van poniendo en común nuestros miedos, acercando cada al centro de la ronda la rama con el papel anudado, los que quieran podrán compartirlo en voz alta.

Los guías de la vigilia podrán acondicionar el espacio como para dar lugar al fuego, ofreciendo el gesto de las ramas y los miedos, como signo presente del Espíritu que purifica. El guía podrá acompañar con comentarios que enriquezcan este momento.

TERCER MOMENTO

La idea es experimentar la fuerza del Espíritu que nos hace salir al encuentro del hombre, por eso como gesto podría desarrollarse este momento en la calle, para anunciarle la vida nueva de Cristo resucitado.

Se proclama el relato Hechos 2,14-22, o si se cree conveniente hasta el v.24. Se puede representar.

Se propone salir a la calle para compartir con la gente lo que estamos haciendo, comprometiéndonos a rezar en la Misa por ellos y sus necesidades. Para esto se puede llevar una caja en forma de urna, en la que los vecinos puedan escribir sus intenciones (llevar papeles tamaño tarjeta y biromes). Es importante ayudar a los vecinos que no están habituados a pedirle a Dios por sus intenciones. Este gesto también es pastoral. Y si son personas mayores o imposibilitadas para escribir, poder ayudarles tomando nota de la intención.

Luego se le entrega a cada vecino una tarjeta con una estrofa de la secuencia de Pentecostés.

Conclusión de la Vigilia

Se propone Celebrar la Eucaristía, para lo cual prever algunos jóvenes que, en la entrada del templo o lugar donde se celebre la Misa, recojan los nombres e intenciones provenientes desde la calle que se acercarán en una canasta al altar antes de la oración colecta.

Quisieramos poder contar con sus comentarios sobre esta propuesta, y si la llevan adelante compartir la experiencia, escribiendo a institutopironio@pastoraldejuventud.org.ar

Tomado de www.pjcweb.org

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domingo, mayo 28, 2006

El Adolescente y su Mundo

Autor: Catholic.net
Capítulo 13:
F. Carácter Sanguíneo (noEmotivo-Activo-Primario)

1. Descripción de los rasgos más característicos.

El sanguíneo es el carácter más extrovertido de todos. Es un amante de la vida, oportunista, versátil y educado.Con un gran sentido analítico, buen sentido práctico, una gran inventiva y gran destreza manual, muy independiente en sus juicios y críticas. Destaca por sus dotesdiplomáticas, inteligencia clara y buena observación. La ironía es una de sus armas predilectas.Está predispuesto al egoísmo y a la codicia. Es propenso a la intriga, la denigración, el cinismo. Es inconstante, falto de sistematización; tiene grandes necesidades sensuales por su curiosidad malsana. Es insensible, sin convicciones hondas, dado a la dispersión, al escepticismo, al libertinaje, a la picardía y a la glotonería.

Su inteligencia tiene muchos puntos fuertes: comprensión rápida, claridad y precisión en las ideas, capacidad crítica y expresión objetiva. Posee una natural inclinación a obrar, admirable adaptación a las circunstancias, a las situaciones concretas, deseoso siempre de conocer, más reflexivo que impulsivo. Se interesa por las cosas concretas, que impresionan los sentidos. Apegado al dinero. Es versátil: tiene el sentido del trabajo y del trabajo hecho inteligentemente, pero se aplica a él de manera irregular; también busca el resultado de inmediato.
El valor que busca instintivamente es la utilidad y el éxito inmediato en el campo social con el fin de saciar su avidez y la propia vanidad. Se fija más en la apariencia que en la sustancia.

2. Comportamiento religioso.

Al carácter sanguíneo le faltan convicciones profundas, tiene un verdadero vacío interior; por ello, su sentimiento religioso es muy superficial y muy escasa su piedad. Practica la religión más por costumbre que por convicción religiosa. Puede tener también tendencias racionalistas.
Tiene una cierta curiosidad intelectual por la vida sobrenatural; curiosidad que busca explicaciones. Pero en realidad está poco dispuesto para la vida espiritual, mantiene una actitud crítica, sobre todo contra los caracteres emotivos en el campo religioso, pues él es frío y calculador, en función de sus gustos e inclinaciones.Reza, pero sólo por el éxito de sus obras. Al carecer de emotividad, se complace poco en la oración; no la cree necesaria y por eso la abandona sin mayores problemas. Se inclina al sacrificio siempre que vea un resultado inmediato. No es humilde ni sensible a la voz del sufrimiento, de la miseria o de la debilidad ajena.

3. Pedagogía pastoral.

Este carácter también ha dado grandes santos a la Iglesia. Ejemplos: santo Tomás Moro, san Bernardino de Sena y san Juan Capistrano

a. Actitud de formador.

El dirigido con carácter sanguíneo considera que la dirección espiritual es una pérdida de tiempo, que no sirve más que para complicar la vida, especialmente cuando las conversaciones se hacen frecuentes y largas. En general, quiere resolver por su cuenta los problemas; así se cree más independiente, ya que tiene una gran confianza en sí mismo. Por eso, el formador, además de buscar la forma adecuada de relacionarse con él, porque es difícil de trato, debe cimentar su labor sobre razones y no sobre sentimientos.
Hay que suscitar el desarrollo de la emotividad. Crear un ambiente afectivo, para que a través de la acción de los demás, constate la existencia de valores elevados en el mundo, que llenan el alma. Formarle con razonamientos convincentes y no con reproches, buscando siempre el lado bueno.
Para desarrollar sus cualidades positivas hay que influirle a través de su inteligencia. Habituarle a organizar y dirigir bien su actividad a través de un trabajo metódico y continuo para robustecer su voluntad. En cuanto a la castidad, hay que prestarle mucha atención porque es muy dado a la sensualidad.

b. Vida espiritual.

Aunque el carácter sanguíneo se inclina, por una parte, a reducir al mínimo sus deberes religiosos y carece, por lo general, de vida interior; por otra, hay que decir que posee una inteligencia que le ayuda eficazmente a ir conociéndose a sí mismo. Hay que formarle, por tanto, con ideas claras, con energía y a la vez con corazón paternal, de tal manera que vea, comprenda y ame las virtudes que le son necesarias.Hacerle comprender que la religión no es el resultado de "unos sentimientos" sino que para conocerla, y sobre todo para vivirla, hace falta la inteligencia que busca la verdad y la voluntad que somete la vida entera a la voluntad de Dios. No hay que dejar que reduzca a la mínima expresión los medios de perseverancia. Hacerle comprender que la vida espiritual no es resultado de unos sentimientos, sino la adaptación personal a todo lo que Dios comunica; por eso, presentársela como la entrega de sí mismo a Dios y a los demás, a imitación de Cristo. Como desea conocer cosas nuevas, aprovechar su inteligencia para que experimente personalmente lo maravilloso que puede ser la vida espiritual.

c. El apostolado.

Necesita cultivar la sensibilidad y la conciencia apostólica. Hay que suscitar también motivos elevados para realizar el apostolado, ayudarle a perseguir objetivos concretos y a seguir un plan de trabajo. De este modo luchará contra la dispersión.Se le debe inculcar el silencio y el alejamiento del mundo. Educarle el sentido de comprensión y de colaboración social con miras al apostolado ya que para él, un apostolado no se comprende si no es en sentido social. Es un buen organizador: tiene sentido de lo práctico, demuestra calma ante las dificultades, sabe esperar y, sobre todo, es objetivo, claro y rico en iniciativas. Pero no considera que es un simple instrumento en las manos de Dios y que ha de crear una disposición interior que no impida la acción de Jesús en la santificación de las almas. Debe persuadirse de que el verdadero sentido de la actividad apostólica nace de Jesucristo y es para la extensión de su Reino.

d. Elevar al plano sobrenatural su utilitarismo.

El formador debe ingeniarse para elevar al plano sobrenatural su utilitarismo. En cuanto a las prácticas externas, hay que transformarle ese deseo de aparecer, que actúe no por la mezquina estimación de los hombres, sino por la extensión del Reino de Cristo.
Necesita una formación muy intensa en estos tres puntos:
1) Debe combatir el egoísmo y formarse en la humildad: posee un egoísmo frío, una verdadera indiferencia ante las necesidades de los demás: para él no existe el sentimiento, sino la utilidad; por eso hay que procurar que en su actividad domine el motivo intelectual y su celo apostólico en vez del espíritu utilitario.
2) La formación en la mortificación cristiana: darle motivos para que se desprenda de los bienes terrenos, domine la gula, el afán de comodidad, etc.
3) Hay que espiritualizar su bondad natural con la verdadera caridad: hay que educarle antes que nada en miras a la simpatía y al amor. Animar su sentido comunitario. Acostumbrarle, poco a poco, a la delicadeza, a la lealtad, a combatir con valor y constancia su egocentrismo.Una vez que el sanguíneo se haya formado en la verdadera humildad y en la confianza de poderse corregir, cuando ya esté orientado hacia el amor personal de Jesucristo y quede convencido de la belleza y de la necesidad de la entrega total de sí mismo al servicio de los demás, entonces podrá llegar a ser eficaz colaborador de Jesucristo en la salvación de las almas y un activo apóstol de la Iglesia.

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sábado, mayo 27, 2006

Domingo 28-05 Ascensión del Señor

PRIMERA LECTURA
Lo vieron levantarse
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 1, 1-11



En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les recomendó:-«No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.»
Ellos lo rodearon preguntándole:-«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?»
Jesús contestó:-«No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.»
Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndole irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
-«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse. »
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 46, 2-3. 6-7. 8-9 (R.: 6)
R. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.

Pueblos todos batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. R.

Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas; tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad. R.

Porque Dios es el rey del mundo; tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado. R.

SEGUNDA LECTURA

Lo sentó a su derecha en el cielo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 17-23Hermanos:Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro.
Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.
Palabra de Dios.

Aleluya Mt 28, 19. 20
Id y haced discípulos de todos los pueblos -dice el Señor-; yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo
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EVANGELIO
Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra
+ Conclusión del santo evangelio según san Mateo 28, 16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.Acercándose a .-ellos, Jesús les dijo:-«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»
Palabra de Dios.
Reflexión
Nexo entre las lecturas
La ascensión del Señor marca una etapa nueva y definitiva para los apóstoles. El Señor resucitado ya no aparecerá más, sino que sube al cielo para interceder por los hombres ante el Padre. Este hecho es narrado por los hechos de los apóstoles en la primera lectura subrayando el estupor y asombro de aquellos hombres (1L). El evangelio insiste, de modo particular, en la misión que Jesús confía a sus apóstoles. Se trata de un verdadero mandato apostólico: Id y predicad (Ev). En la segunda lectura, tomada de la carta a los Efesios, Pablo subraya la necesidad de comportarse adecuadamente conforme a la vocación, pues a cada uno se le ha dado la gracia en la medida del don de Cristo (2L). Así pues, los apóstoles se encuentran ante una nueva situación. Por una parte, según las palabras de Cristo, deben esperar para ser revestidos del Espíritu Santo, pero por otra parte, deben meditar que ya ha empezado la hora de dar continuidad a la obra de Cristo en su cuerpo que es la Iglesia.
Mensaje doctrinal
1. Subió a los cielos.
El evangelio de Marcos, que leemos en nuestro ciclo B, nos dice claramente: "Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al Cielo y se sentó a la diestra de Dios" (Mc 16,19). Desde el instante de la resurrección el cuerpo de Jesús fue inmediatamente glorificado. Sin embargo, durante los cuarenta días en los que se aparece a sus discípulos, su gloria aún permanece velada bajo los rasgos de una humanidad ordinaria, no obstante los milagros que realiza. La última aparición de Jesús termina con el ingreso irreversible de su humanidad en la gloria divina. Esto es lo que propiamente celebramos en la Ascensión del Señor. Jesús resucitado se había aparecido en diversas ocasiones a sus discípulos y esto tenía un gran significado, porque confirmaba en ellos la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. Se dan cuenta de que no han corrido en vano al creer en el evangelio y de que ahora reciben una misión que compromete toda su vida futura. En esta última aparición, advierten que Jesús se despide definitivamente de ellos, pero al mismo tiempo comprenden que se queda a su lado con su asistencia hasta el fin de los tiempos. Comprenden que Cristo ha alcanzado su fin y vive y reina con Dios Padre. "Sentarse a la derecha del Padre significa la inauguración del reino del Mesías, cumpliéndose la visión del profeta Daniel respecto del Hijo del hombre: "A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás" (Dn 7,14). A partir de este momento, los apóstoles se convirtieron en los testigos del "Reino que no tendrá fin" (Catecismo de la Iglesia Católica 664). Y se dan cuenta de que el Señor se ha ido para prepararles un lugar (cf. Jn 14,2) El fin de Cristo, es también el fin de ellos y de todos los que crean en él. Si es verdad que su vida, como la de cualquier otro hombre, se acerca a la muerte, ellos se dan cuenta que no todo termina en la muerte, sino en la comunión eterna con Dios. Por una parte, podrían estar tristes, por la separación de Jesús; pero por otro lado se sienten felices por el triunfo del Señor.
2. La misión de los discípulos.
Jesucristo comunica a sus discípulos el deber de anunciar a todos los hombres el evangelio. De ahora en adelante él obrará a través de ellos y de sus sucesores. Ellos tienen la increíble misión de dar continuidad a la obra de Cristo. Esta misión sigue hoy vigente y la Iglesia tiene el deber siempre de evangelizar y anunciar la salvación por Jesucristo. La esencia de este evangelio es que "Jesús de Nazaret es Cristo el Hijo de Dios" (Cf Rm 10,9) y que en él tenemos la salvación y la plena revelación de Dios. "El que ve a Cristo, ve al Padre". Dios se ha manifestado, se ha revelado al hombre y todo por amor. Los hombres estaban necesitados de salvación y Dios envió a su Hijo para salvarlos. En Cristo tenemos el acceso al Padre. A partir de la Ascensión del Señor, los discípulos tuvieron que meditar profundamente sobre este encargo apostólico. Ciertamente sólo con la venida del Espíritu Santo, ellos recibirán la fortaleza para ser verdaderos testigos, pero ya desde el primer día de su llamado sabían que Jesús los convocaba para "que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar". La fiesta de la Ascensión subraya el mandato misionero.
Sugerencias pastorales
1. El cultivo de la virtud de la esperanza.
La fiesta de la Ascensión del Señor es una cordial invitación a levantar nuestra mirada a las cosas del cielo, sabiendo que allá donde ha entrado Cristo cabeza, entrará también el cuerpo de Cristo que es la Iglesia. La exhortación del apóstol Pablo resulta siempre actual: Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios. (Col 3, 1-3). La vida del cristiano está siempre escondida con Cristo en Dios. En un mundo como el nuestro en el que el avance tecnológico es formidable y en el que las posibilidades de manipulación se han extendido casi sin límites a todos los sectores de la existencia humana, se hace presente un cierto temor. El temor de que todo este avance se vuelva de algún modo contra el mismo hombre. "El hombre por tanto vive cada vez más en el miedo. Teme que sus productos, naturalmente no todos y no la mayor parte sino algunos y precisamente los que contienen una parte especial de su genialidad y de su iniciativa, puedan ser dirigidos de manera radical contra él mismo". Estas palabras de la encíclica de Juan Pablo II (Redemptor Hominis n.15) nos invitan a estudiar el problema en toda su profundidad. Para superar este miedo y, más aún, para evitar que las creaciones del hombre se vuelvan contra él mismo, es menester que, a la par con el avance tecnológico, exista un verdadero desarrollo de la ética y de la moral. Sólo respetando las leyes de su creador, el hombre podrá llevar a cabo realizaciones dignas de su vocación y misión. Cuando el hombre se separa de la ley divina y de los dictámenes de la recta razón se precipita en la falta de sentido. Podemos decir que la fiesta de la Anunciación nos invita a tener nuestra mirada fija en el cielo, donde reside Cristo a la derecha del Padre, pero las manos y el esfuerzo en esta tierra que sigue teniendo necesidad de la manifestación de los hijos de Dios. Es una invitación a seguir trabajando por construir la "civilización del amor" y "dar razón de nuestra esperanza a todo aquel que nos la pidiere"(1 Pt 3,15). El cristiano debe ser un hombre de esperanza y de luz en medio de un mundo de tanta tiniebla. "La evangelización comprende además la predicación de la esperanza en las promesas hechas por Dios mediante la nueva alianza en Jesucristo; la predicación del amor de Dios para con nosotros y de nuestro amor hacia Dios, la predicación del amor fraterno para con todos los hombres —capacidad de donación y de perdón, de renuncia, de ayuda al hermano— que por descender del amor de Dios, es el núcleo del Evangelio; la predicación del misterio del mal y de la búsqueda activa del bien" (Evangelium nuntiandi n.28).
2. El incansable esfuerzo de la evangelización.
Deseamos hacer sólo dos anotaciones tomadas de la Evangelium nuntiandi de Pablo VI. La primera se refiere a la importancia del propio testimonio en la acción evangelizadora. Son conmovedoras las imágenes de los evangelizadores del nuevo mundo, hombres de la altura de Fray Toribio de Benavente (o Motolinia), evangelizador de la nueva España, o Toribio de Mogrovejo, o Fray Sebastián de Aparicio y otros muchos que no podemos aquí mencionar... Su primer y más grande obra evangelizadora era su propio testimonio. Su ejemplo de vida santa arrastraba a sus fieles a un mejor conocimiento En segundo lugar conviene insistir en la necesidad de un anuncio explícito del mensaje de la evangelización. Esto hoy se puede hacer de muchas maneras, pero lo importante es que todos sientan la responsabilidad de ser misioneros, es decir, enviados por Cristo a anunciar el evangelio. No es fácil superar la fuerte tendencia al individualismo en la vivencia de la fe de muchos cristianos. Debemos, por ello, predicar con oportunidad o sin ella, sobre la necesidad de ser apóstoles allí donde la providencia nos ha colocado.
Fuente: Catholic.net
Autor: P. Octavio Ortíz