martes, mayo 09, 2006

Diversos temas relacionados con la Vida (enviado por ACMEX)

Autor: Pa´ que te salves, es.catholic.net

La vida como don de Dios, el sufrimiento y la muerte, la cultura de la muerte y el aborto.
Indice:
• Introducción general
1.- La vida que Dios me da
2.- El sufrimiento y la muerte
3.- La cultura de la muerte
4.- El aborto


La vida es un don que Dios nos ha dado sin haber hecho nada para merecerla, es algo que debemos cuidar.
Aquí aprenderemos a apreciarla, a aceptar el sufrimiento y la muerte. El sufrimiento es parte de de la vida del hombre y la muerte algo inevitable.
Reflexionaremos en la cultura de la muerte que está tan de moda y en el aborto

Capítulo 1: La vida que Dios me da

¿De qué hablaremos hoy?

Hoy hablaremos sobre la vida que Dios nos regaló. Conoceremos que Dios nos creó por amor; comprenderemos que la vida es una y se vive una vez y que debemos aprovecharla.

¿Qué le pasa al mundo?

¡Cosa curiosa ésta de vivir!
Sin tu consentimiento, hete aquí instalado, desde hace ya catorce o quince años, sobre una máquina redonda, la Tierra, a la que te adhieres como una mosca a una esfera.

En el otro lado de la Tierra viven otros seres humanos, con la cabeza hacia abajo, ¡sin sentir el menor malestar!

Y cada día sobre este globo, vives: mueves brazos y piernas, comes, cambias de lugar unos objetos, rompes otros, después te acuestas y pierdes el conocimiento durante algunas horas, mientras que en el otro hemisferio de la tierra, la mitad de la humanidad, se despereza se levanta, come o trabaja para acostarse a su vez cuando tú te levantes.

Y vives, porque en tu pecho late tu corazón, un músculo que se halla en actividad noche y día, al cual tú no le has dado impulso y cuyo movimiento no puedes detener aunque quieras. ¿Quién lo ha puesto en movimiento?
¿Por qué estás viviendo? Si te despertaras en el compartimento de un tren en el que se te hubiera puesto sin tu consentimiento, preguntarías inmediatamente por qué se te había puesto ahí y cuál es el término de tu viaje.

Tratándose de tu presencia en el universo y tu estancia en la Tierra, no te queda más remedio que preguntarte: ¿Quién me puso aquí? ¿Qué quiere ese Alguien de mí?

La Iglesia nos enseña...

Vamos a imaginarnos que nos montamos en un rayo de luz para salir de la tierra, explorar el universo y desde ahí tratar de resolver el misterio de nuestra vida.

Sentados en la nebulosa de Andrómeda, la más cercana a nosotros, trataremos de visualizar desde ahí la Vía Láctea, el Sistema Solar, la Tierra, nuestro país, nuestra escuela y, ahí, a nosotros mismos...¿Qué eres en medio del universo?, ¡poca cosa! Y sin embargo, el Creador del Universo, Dios, te conoce perfectamente y te puso en ese lugar para cumplir con una misión especial.

Voltea a verte: siente tu corazón que late sin cesar, día y noche, 70 veces por minuto, para enviar la sangre a todo tu cuerpo. Tus pulmones, que reciben la sangre para purificarla. Tu sangre que recorre todo tu cuerpo, alimentando cada célula sin que tengas que hacer nada. Tu estómago, que modifica los alimentos más diversos (pan, leche, zanahorias), para transformarlos en carne, huesos, uñas y cabellos y sin embargo,¡no se digiere a sí mismo! Tus ojos, ventanas maravillosas que transforman los rayos de luz en imágenes, colores y formas. Tu cerebro, la más maravillosa computadora, capaz de mandar ondas eléctricas a cada parte de tu cuerpo para que todo funcione correctamente. Verdaderamente, Dios estaba inspirado el día que te creó.
¡Eres una maravilla de la creación!

Sin embargo, la grandeza del hombre no radica en que el cuerpo humano sea una maravilla llena de misterios, sino en que Dios lo hizo especial y diferente de todos los seres de la creación.

Dios te tiene un amor tan grande que quiso que existieras, te quiso dar la vida. Él es el único dador de vida. Para que una vida humana nazca se necesita forzosamente de ese “soplo divino” que la ciencia no ha podido explicar, se necesita del “querer” de Dios. Tus padres han sido un instrumento del amor de Dios, han sido los portadores de este gran regalo que Dios te da: la vida.

Al apreciar nuestra vida y la creación de Dios nos damos cuenta de la grandeza de Dios y de nuestra pequeñez. ¡Es maravilloso estar vivo!

La vida es un tema apasionante, observamos los grandes esfuerzos que los científicos han hecho para encontrar el principio de la vida. Pero ésta sigue siendo un misterio para la inteligencia del hombre, pues todos estos estudios siempre terminan en un callejón sin salida, cuya única explicación es Dios.

Dios nos creó por amor, nos ama muchísimo. Al final de nuestra vida podremos encontrarnos con Él si hemos vivido de acuerdo a lo que nos enseñó.

La vida es el don más preciado que tenemos. Sin la vida no somos nada; sin la vida se acaba la esperanza; sin la vida se acaba la posibilidad de ganar el Cielo, la posibilidad de vivir eternamente. Con la vida tenemos la oportunidad de superarnos cada día, de ser mejores personas. Para ser mejores debemos cuidar y atender a nuestro cuerpo y alma. Utilizar correctamente cada una de las facultades que Dios nos dio: la inteligencia, la libertad y la voluntad. No sólo tener, sino vivir de acuerdo a una escala de valores, formar nuestra conciencia.

Somos personas, tenemos un alma, una vida; y esta vida se da mientras el alma está en el cuerpo. Lo que hagamos con nuestro cuerpo influye sobre nuestra alma y es por medio del cuerpo como vivimos las virtudes o caemos en los vicios. El pecado es el resultado de utilizar el cuerpo inadecuadamente, no según la ley de Dios.

Al terminar la vida, termina la oportunidad de hacer algo para poder llegar al Cielo.

Hay que vivir la vida tratando de alcanzar la vida eterna y no perder de vista esta meta.

Podemos ir a un cementerio y observar todas las tumbas de las personas que ya han muerto. Algunos pudieron haber vivido en la opulencia, otros arrastrados por las preocupaciones de la vida, otros en la miseria, etc. Podemos pensar qué sentido habrán tenido sus vidas. Todos vamos a morir y lo importante es el sentido que le demos a nuestras vidas. No sabemos cuánto tiempo vamos a vivir.

Esto nos hace reflexionar sobre el valor del tiempo en esta vida . No vamos a tener otra oportunidad. Esta vida ahora, esta vida terrena que vivimos es LA OPORTUNIDAD que Dios nos ha dado para poder salvarnos. Esta vida tuya es para salvarte ( cfr. CEC 362).

El uso que demos al tiempo en nuestra vida tiene mucho valor. Se dice que "tiempo es dinero". Pero el tiempo es más que el dinero, es nuestra vida, nuestra única vida. El tiempo vale mucho porque es el único que vamos a tener y por lo tanto, nuestra estancia en este mundo de tiempo y espacio es la única vez que vamos a participar de ver la creación, experimentar el tiempo, experimentar el cambio de las estaciones, el clima. La única vez que vamos a poder participar de las realidades a nuestro alrededor como son las plantas, los animales. Por lo tanto debemos valorar este tiempo que tenemos, esta única oportunidad, para merecer nuestra salvación. Para esto estamos aquí, para salvarnos. El cuerpo es instrumento para que nos salvemos, obrando el bien para lograr nuestra salvación y viviendo de acuerdo a lo que Dios pide de nosotros en cada momento.

Debemos tener muy claro que esta vida es pasajera y que la verdadera vida es la vida eterna, pero sólo la ganaremos si aprovechamos bien cada minuto de la vida presente. Esta vida es la única que tenemos, por lo que tenemos que aprovechar el tiempo y el cuerpo que Dios nos dio para alcanzar el Cielo.

Todos nos damos cuenta que nuestra vida tendrá un final. Va a terminar algún día. Vamos a morir.
La felicidad o la infelicidad de nuestra vida futura depende de cómo administremos la vida presente. Necesitamos aprovechar el tiempo que tenemos para que nuestro desarrollo físico, intelectual y espiritual se dé de acuerdo a lo que Dios quiere de nosotros. Aprender a manejar nuestros sentimientos, nuestras pasiones, nuestro egoísmo para el bien propio y de los demás. Aprovechar todo lo que Dios nos dio viviendo una escala de valores en la que nuestra meta sea alcanzar la vida eterna, llegar a Dios. Si vivimos así, vamos a ir alcanzando la felicidad en esta vida y luego la felicidad completa al llegar al Cielo. Hay que vivir intensamente esta vida pero sin perder de vista el cielo. Saber admirar las bellezas de la vida, detenernos a contemplar el mundo en que vivimos. Saber transmitir este valor tan grande de la vida a los que nos rodean, esta gran alegría de estar vivos.
“Los años son unos y no más, y al final de nuestra vida sólo nos llevaremos lo que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.”

Existen personas en el mundo que han comprendido muy bien el valor de la vida y oran y luchan por esta causa. Existen movimientos a favor de la vida, las hermanas seguidoras de la Madre Teresa de Calcuta que trabajan con los pobres de los pobres, sacerdotes que trabajan con los adolescentes que se encuentran en problemas de drogas, alcohol, etc.

La vida humana tiene un gran valor por venir de Dios y tender hacia Él. Dios está presente en nuestras vidas y nos acompaña en las buenas y en las malas.

Dios nos mandó a su Hijo Jesucristo a la tierra a salvarnos y enseñarnos el camino para llegar al cielo. Nos regaló esta vida y nos ofrece la posibilidad de la vida eterna, de la vida llena de felicidad cerca de Él. Vale la pena esforzarnos para alcanzar este gran regalo que Dios nos ofrece. Tenemos unos medios que nos dejó Jesucristo y que nos ayudan mucho a ser mejores como personas y a vivir cerca de Él: los sacramentos, la oración, y la guía segura del Papa y la Iglesia.

En el Evangelio de San Juan (Jn.1, 35-49) dice Jesús “Yo soy el pan de vida; el que viene a mi, ya no tendrá más hambre, y el que cree en mí, jamás tendrá sed.”

Debemos hacer nuestras estas palabras del Evangelio para vivir la vida plenamente, ser felices aquí y poder llegar al cielo.

Cuida tu fe

Hay algunas personas que te dirán, que aprovechar la vida es hacer lo que quieras con tu cuerpo, por que es tu cuerpo, y así justifican hasta el aborto, o otras muchas cosas como el uso de la droga. Sin embargo, leemos en la Biblia que nosotros somos templos del Espíritu Santo, santuario de Dios. Además este cuerpo que Dios nos ha dado es un don de Dios para nosotros para utilizarlo según Dios quiere, realizando su obra en nuestra vida.

También te podrán decir que las obras que hagas no cuentan, porque es sólo la fe que nos salva. Esto tampoco es totalmente verdad por que leemos en la carta de Santiago (2, 14-18) "¿de qué sirve que alguien diga tengo fe si no tiene obras?, ¿acaso podrá salvarle la fe?... Al contrario, alguno podrá decir tú tienes fe, pues yo tengo obras pruébame tu fe sin obras, y yo te probaré por las obras mi fe." Es por medio de nuestras obras, de nuestro cuerpo, de nuestro actuar, donde nosotros logramos nuestra salvación, gracias a este don de Dios.

Algo que no debes olvidar

• La vida es un regalo de Dios.
• Con el don de la vida descubrimos la grandeza de Dios, el amor tan grande que nos tiene.
• La vida en la tierra es pasajera, es la única oportunidad para alcanzar la vida en el cielo, en presencia de Dios.
• Hay que aprovechar la vida para poder llegar al cielo: nuestras herramientas son el cuerpo y el tiempo.
• Dios nos brinda su ayuda a través de los sacramentos, la oración, el Papa y la Iglesia.
• Saber transmitir esta gran alegría por el don de la vida a los demás.

A ponerle ritmo:

Llevar a cabo la siguiente dinámica cuyo objetivo es que los jóvenes puedan diferenciar que, aunque Dios creó todo lo que nos rodea, sólo el hombre puede comprender que vida tiene un sentido y que es un regalo de Dios. Y que es durante la vida, cuando uno se puede preparar para el encuentro con el Creador.

La persona encargada del grupo puede llevar una piedra, una flor o rama de árbol, una semilla, la foto de un animal , la de un bebé y la de un anciano. Mostrar cada objeto a los asistentes y pedirles que describan cómo se imaginan la vida de cada uno. (Es una dinámica llamada FOTOPALABRA).
Por ejemplo, se pueden sugerir las siguientes relaciones e ideas:
-PIEDRA: No sabe cuántos años tiene, ni de dónde vino. No sabe para qué sirve. No sabe cuánto tiempo más va a estar del mismo tamaño...
-FLOR: Necesita estar unida a la tierra para sobrevivir. Vive sólo unos días y no lo sabe. No sabe que es bella y que su polen sirve para hacer miel.
-SEMILLA: Su vida está sin dar fruto hasta que no cae en la tierra. Para germinar, debe pudrirse en el zurco. Ella no elige mantenerse como una simple semilla o transformarse en una planta.
-ANIMAL: Tiene instintos y come cuando lo necesita. Si está domesticado, puede ser fiel a su dueño, pero sólo por conveniencia, no por agradecimiento. Tiene un tiempo determinado para vivir.
-BEBÉ: Es una persona humana, tiene alma y cuerpo. Tiene dignidad, pero no lo sabe. Necesita de los demás para sobrevivir, pero cuando va madurando, puede ir entendiendo que su vida es un gran proyecto si va de la mano de Dios.
-ANCIANO: Su vida pudo haber estado llena de problemas y tiene la certeza de que se acerca a la muerte. Puede conocer a su familia, amigos y amar. Es una persona que supo agradecer el don de la vida a Dios con su trabajo por los demás.

Ponle sabor a tu vida:

Haz un horario de todas tus actividades para analizar cómo estás aprovechando tu tiempo en la vida.

Oración

Señor, danos la fuerza necesaria para valorar nuestra vida como si fuera una semilla que necesita crecer y dar frutos. Ayúdanos a comprender que la vida que tú nos has regalado a cada uno, es un tiempo determinado para prepararnos para compartir contigo la vida eterna.


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"La Paz De Cristo en el Reino de Cristo"

Acción Católica Mexicana Diócesis de Querétaro
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Jose Luis Aboytes

1 comentario:

Anónimo dijo...

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